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José García, 30 vueltas al mundo con las piraguas de la selección española

Ha realizado el equivalente en kilómetros a 30 vueltas al mundo con las piraguas a cuestas. A donde vayan los Herminio, Del Riego, Misioné, allí estará esperándoles José García. Lleva 15 años transformando el material con el que luego otros se cuelgan las medallas de oro. Los campeonatos mundiales pusieron fin a la primera gran gira del año. El martes salió de Finlandia rumbo a su casa. Llegará el domingo, justo dos meses después de cuando salió de España."Trabajan más que yo"

Las jovencitas finlandesas todavía se acercaban el lunes al pequeño autobús, matrícula de Madrid, con el nombre impreso de Federación Española de Piragüismo, que permanecía aparcado en la plaza de Tempere. El chófer, José García, les repetía una y otra vez que los muchachos, altos, morenos, prototipos del hombre latino¡ ya se habían ido. Ellas no lo entendían porque allí veían el autobús y buscaban por los alrededores. Pero los piragüistas españoles volaban ya hacia Madrid. José García les había llevado al aeropuerto de Heisinki a las cuatro de la madrugada y había regresado ya a Tempere. "¿Qué iba a hacer yo allí hasta el martes, que tengo que embarcar el autobús? Al menos aquí todavía quedan conductores de otros equipos.

Las piraguas llegarán el domingo a España. José García sólo se permitirá el descanso de la travesía por mar hasta Alemania. Luego atravesará Europa, aunque sea sin descanso, para estar con su familia en Alicante.

Durante el regreso pensará en los otros chavales, en los piragüistas. Celebra sus triunfos y se le humedecen los ojos con los fracasos. "Porque los chavales lloran. Había que haberles visto tras el fracaso del K-4 en los mundiales. Cómo lloraban. Y se te encoge el corazón. Es muy duro que te dejen apeado en las eliminatorias cuando llevas todo un año de sacrificios y entrenamiento. Que esto del piragüismo es muy duro. Al principio me creía yo que para dar dos paladas al agua en minuto y medio no hacía falta tanta preparación. Y ahora puedo asegurar que trabajan más que yo. Por eso un pinchazo como el que hemos metido en los mundiales es inexplicable. Máxime cuando los muchachos habían sido primeros en la regata de Duisburgo, donde sólo habían faltado RDA y URSS",

Cuando habla de los muchachos, José García se siente uno más del equipo en los fracasos. En los éxitos, sin embargo, se autoexcluye. Es todo humanidad. "A mí me llegó al alma cuando Anselmo López me cogió por el hombro en Moscú y me dijo: 'tú eres la otra cara del deporte, el trabajo para ti, pero nunca los éxitos`. Yo había estado en la frontera seis horas. Sólo faltó que me deshincharan las ruedas. Parecía mentira que Anselmo todavía se acordara de mí, porque sólo le había visto una vez en mi vida, cuatro años antes, en. los juegos olímpicos de Montreal. Que se acuerden de ti cuan do tú no eres nadie resulta reconfortante, porque mi trabajo no se paga con dinero. Estoy bien pagado, es cierto, 93.000 pesetas mensuales, pero ganaría más como camionero de TIR, por ejemplo".

El trabajo de José García no finaliza con la temporada de piragüismo. "Menudo chollo sería entonces. En invierno me dedico a repartir embarcaciones por todos los clubes. Unas 400 aproximadamente. En kilómetros suponen unos 80.000 anuales. Ya totaliza, en los 15 años de trabajo con la federación, 1.200.000 kilómetros.

Su trabajo con la federación comenzó en 1968. Venía de Alemania, donde trabajó como mecánico. "Regresé porque como España no hay nada, y esto lo sigo diciendo ahora que ya me conozco toda Europa". José García se encontraba cerca de la estación del norte, con su furgoneta recién comprada, ofreciendo portes. Se le acercó Eduardo Herrero, el actual seleccionador, y le ofreció llevar unas piraguas al descenso del Sella. 'Yo no sabía qué era eso de las piraguas, pero le dije que sí. Me hundieron el techo, vaya desastre. Me dije que nunca más aceptaría eso de las piraguas. Pero me volvieron a ofrecer un porte y lo tuve que aceptar porque había que pagar la furgoneta. Y así hasta ahora. Primero hacía los viajes con mis propios vehículos. Hace cuatro años la federación compró el autobús, que ya está más que amortizado. Es prácticamente mi casa. Se encuentra muy bien acondicionado. Arriba, las piraguas;, dentro, camas y asientos. Cuando voy solo, hasta meto alguna embarcación dentro. Ya las conozco como si fueran mías. Me he montado en ellas en tres ocasiones y en las tres me he ido al agua".

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