Claudio Sánchez Albornoz: "Quiero que digan a todos que me encuentro muy bien"

El historiador fue internado en el Hospital Clínico de Madrid tras su llegada al aeropuerto de Barajas

El historiador español Claudio Sánchez Albornoz, de 90 años de edad, llegó ayer a las diez de la mañana a Madrid en un avión de Iberia procedente de Buenos Aires, ciudad en la que ha vivido sus 43 años de exilio. Sánchez Albornoz viajó en una camilla y desde el aeropuerto fue trasladado hasta el Hospital Clínico en una ambulancia, después de ser saludado por el ministro de Cultura, Javier Solana, en el interior del avión. En el hospital, donde declaró que se encontraba "muy bien", permanecerá unos días en observación, ya que desde el pasado día 21 de junio ha permanecido internado en una clíni...

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El historiador español Claudio Sánchez Albornoz, de 90 años de edad, llegó ayer a las diez de la mañana a Madrid en un avión de Iberia procedente de Buenos Aires, ciudad en la que ha vivido sus 43 años de exilio. Sánchez Albornoz viajó en una camilla y desde el aeropuerto fue trasladado hasta el Hospital Clínico en una ambulancia, después de ser saludado por el ministro de Cultura, Javier Solana, en el interior del avión. En el hospital, donde declaró que se encontraba "muy bien", permanecerá unos días en observación, ya que desde el pasado día 21 de junio ha permanecido internado en una clínica bonaerense aquejado de neumonía

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Después del viaje de casi 11 horas de duración y del traslado en ambulancia hasta el Hospital Clínico de Madrid, el que fuera presidente de la República de España en el exilio durante el Gobierno del general Franco se encontraba rodeado de familiares próximos, a la espera de someterse a la revisión médica en manos del doctor Domingo Espinós."Muchas gracias por venir a saludarme, aunque parece que sólo se acuerdan de mí cuando estoy moribundo". Con estas palabras, a modo de saludo, Sánchez Albornoz recibió ayer a dos redactores de este periódico en la habitación número 2 de la quinta planta de la zona privada del Hospital Clínico. "Quiero que me hagan un favor", prosiguió en un tono animado pese al agotamiento del viaje, "y es que envíen dos telegramas. Uno para Buenos Aires, porque nunca agradeceré suficientemente el asilo que me han dispensado a lo largo de los 43 años que he vivido con ellos. Han sido maravillosos y allí tengo muchos amigos. El segundo telegrama tiene que ser para mi mejor amiga y colaboradora, Elda Grassotti. Y quiero que les digan a todos que estoy muy bien".

"He llegado muy bien, porque mi hija me ha ayudado y en el avión me han cuidado muy bien. Además, no estoy tan mal", añade tumbado en la cama, con los ojos totalmente despiertos y esforzando mucho la voz para aclarar entre bromas que "su periódico ha dicho una cosa que no es verdad. Ha publicado que tengo fama de mal hablado y lo que tendrían que haber escrito es que soy muy mal hablado. Y, además, presumo de ello".

Antes de que el famoso historiador pase a hacer un alarde de lo mal que es capaz de hablar, algunos familiares se apresuran a advertirle que se abstenga de empezar a soltar tacos y palabrotas si no quiere quedarse solo en la habitación.

Sánchez Albornoz se ríe al recordarle la noticia llegada hace unos días en la que se hablaba de la mejora de su salud porque se le había oído cantar zarzuelas en el Hospital Español de Buenos Aires en el que estuvo internado hasta su traslado a Madrid. "Sí, me divertía con el director porque tiene mucha memoria y se sabe muchas zarzuelas. A mí me gusta cantar y formábamos un dúo muy especial".

No cree que se vaya a marchar otra vez de España, pero, ya algo cansado, dice que prefiere no hablar más y, antes de dar la bendición a los dos periodistas, insiste de nuevo en su agradecimiento a Argentina.

Bienvenida del ministro de Cultura

La llegada de Claudio Sánchez Albornoz al aeropuerto de Barajas estuvo rodeada de tanto secreto como su salida de Buenos Aires. Los periodistas que le esperaban en la sala 2 del aeropuerto no pudieron verle ni de lejos, porque el historiador fue trasladado en una camilla hasta la sala de autoridades y, de ahí, introducido en una ambulancia.

Antes de esto, el ministro de Cultura, Javier Solana, subió a bordo del avión para dar la bienvenida personalmente al historiador. Después conversaría durante unos minutos con dos de los hijos de Sánchez Albornoz, Nicolás y Concepción, que habían viajado con su padre. Todos los familiares, tanto en el aeropuerto como en el hospital, se negaron a hacer declaraciones a la Prensa y pidieron reiteradas veces que no se le molestara ni que, de ninguna manera, se le hicieran fotografías.

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