_
_
_
_

Blanca Pemán, Galatea en el escaparate de una 'boutique' del centro de Bilbao

El espectáculo está en la calle. Las hermanas Abaitua, propietarias de una boutique recién inaugurada en el centro de Bilbao, han tenido la idea de promocionar su establecimiento mediante la exhibición en el escaparate, junto a dos maniquíes de trapo, de una modelo de carne y hueso. Provista de unos auriculares conectados a un minicasete que cuelga de su cinturón, la inmóvil maniquí cobra de repente vida y se contorsiona ante el pasmo de los transeúntes. Los comentarios de éstos y sus actitudes ante el insólito invento publicitario constituyen el verdadero espectáculo.

"Habrase visto. Vaya monigote", espeta una viejecita que ni siquiera mira el escaparate al pasar, seguramente porque es la segunda vez que en la mañana circula por el lugar y ya estaba al tanto. El día lluvioso, no invita al paseo sosegado, y la gente camina deprisa. Deprisa se acerca un señor algo calvo, de unos cincuenta años, que seguramente es empleado de banca. La modelo, inmóvil hasta ese instante, se anima justo cuando pasa el señor. Se asusta éste, hace un gesto como de retroceso, se palpa la cartera en un movimiento reflejo, y huye. Sólo cuatro o cinco metros más lejos volverá la cabeza, todavía mosqueado, antes de reemprender la fuga.Se llama Blanca Pemán, tiene veinte años y estudia segundo de Filología inglesa en la Universidad de Deusto. Poco antes de las doce, cuando la modelo está ajustándose el cinturón musical para iniciar su exhibición, entra un señor en la tienda y casi desde la puerta informa con aire ejecutivo: "En el hotel a las tres y media y a las nueve". La modelo asiente con un movimiento de cabeza que, prolongado en un cabeceo rítmico, le sirve de precalentamiento para la actuación que inicia casi de inmediato.

El señor de la orden ejecutiva dice, ya en la calle, ser el representante de la modelo. Explica que Blanca trabaja pasando vestidos en desfiles de moda. "Ayer estuvo en un desfile en Vitoria". Y lo del hotel ¿de qué va? "Es que también hace pases en privado para clientes que lo solicitan", aclara.

Blanca Pemán luce una blusa estampada con un chaleco anudado sobre los hombros, unas bermudas amarillas y zapatillas como de gimnasia. Su peinado va coronado por uná especie de palmera. Cuando se inmoviliza, con las piernas ligeramente separadas, un brazo doblado delante y otro estirado atrás, diríase la versión femenina del Discóbolo, de Fidias.

Pero más parece la Galatea, de Pigmalión, cuando recobra la marcha. Tal era la expresión de la estatua clásica que el artista, prendado de ella, veíase obligado a recurrir al tacto para salir de su duda y convencerse que seguía siendo marfil, que no carne, lo que había salido de su cincel. Pero ni aun esta prueba sacaba a Pigmalión de su obsesión, y seguía prodigándola los más tiernos epítetos y las más suaves caricias. Hasta que, desesperado, recurrió a Venus, solicitando de su intercesión que le concediese una esposa con la que aliviar sus ardores. Compadeciose la deidad de Pigmalión hasta tal punto que, enun siguiente experimento, pareciole al escultor notar calor de vida y morbidez de formas. Así nació Galatea.

Las actitudes de los paseantes podrían dividirse en tres grupos. Los que pasan de largo y sólo después vuelven la cabeza; los que se paran delante del escaparate, que son los menos, y los que, más cautos, cruzan de acera y observan el espectáculo a una prudente distancia. Estos últimos son los más, y se caracterizan por cierta impasibilidad muy bilbaína.

Todo resulta bastante extraño: los empleados de banca en despiazamientos presurosos, una señora con una cesta de paja de la que asoman una botella de sidra El Gaitero y las patas del cadáver de un pollo. La modelo se contorsiona o se inmoviliza. La danza inmóvil: Euskal surrealismo. Hace veinte años, Dalí se presentó en Nueva York con una modelo que cubría su desnudez con una capa de purpurina. Purpurina o bermudas esa es la diferencia entre Bilbao y la ciudad de los rascacielos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_