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Ezio Frigerio consigue llenar los escenarios con líneas desnudas

Milanés, de 53 años, considerado como uno de los escenógrafos, más importantes del mundo, Ezio Frigerio ha venido a Madrid para dirigir un seminario de escenografía en el teatro Español. Rodeado de una exposición fotográfica en la que se recogen muestras de sus numerosos trabajos, realizados en cine, ópera o teatro, empezó ayer a hablar con 45 profesionales españoles sobre su método de trabajo (él ha conseguido llenar escenarios con líneas desnudas) y las diferencias existentes a la hora de montar un escenario en los distintos medios.

Desde que en 1957, con ventisiete años, realizara su primera escenografía con el Arlecchino, de Goldoni, ha trabajado sin pausa creando escenarios para cine, teatro, ópera e incluso televisión. Algunos de sus trabajos más conocidos en España son los escenarios creados para la película Novecento, de Bernardo Bertolucci; Faistaff, las bodas de Fígaro, Lohengrin, Ernani y Troiani, con Luca Ranconi, en la Scala de Milán.Contesta con larguísimas respuestas, solamente interrumpidas para encender su pipa y proseguir en un tono profesoral y tranquilo, acorde con su aspecto. Se siente próximo a la cultura y forma de ser españolas desde que en su primera juventud pasara cuatro años navegando por nuestras costas, actividad que tuvo que abandonar al caer enfermo en las colonias.

Se considera un escenógrafo tradicional, que sólo recurre a métodos muy experimentados, a los que, finalmente, se encargará de dar una forma nueva. "Pienso que la escenografía es un trabajo de artesanía elevada, en la que hay que que cambiar los temas de trabajo y los lugares para poder crear un ambiente con perspectiva e inventiva".

Con la experiencia que le supone el haber dedicado treinta años de su vida a la creación de escenarios, asegura que el director y el escenógrafo de una obra tienen resposabilidades paralelas e igual importancia. "Somos investigadores paralelos, y la única diferencia es que el director responde del conjunto del trabajo, mientras que el escenógrafo debe responder de la puesta en escena".

Con todo, Frigerio piensa que la fórmula perfecta se logra cuando se produce una simbiosis perfecta entre el director y el escenógrafa. Cuando éste es capaz de interpretar y estar de acuerdo sobre el espacio físico por el que se desarrollará el drama.

A la hora de diferenciar su trabajo en los distintos medios, elige sin dudar la ópera, "porque es un espectáculo total y el que más posibilidades ofrece".

El cine es, para él, una operación colectiva, en la que la creación individual se pierde, y en televisión piensa que no hay mucho que hacer, "porque el plano lo ocupan los bustos parlantes y el detalle pierde protagonismo. Según se reduce el espacio visual, disminuye el papel de la escenografía y la príoridad del espectáculo la toman otros elementos".

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