Baloncesto en TVE

En este país, ya seha dicho muchas veces, hay dos clases de personas: unas que viven del puesto seguro, del enchufe, del chollo -y que para mí son la mayoría-, y otras, en cambio, que hacen bien su trabajo, son discretas y se comportan de una forma muy sencilla. De estas últimas nadie procura hablar; se intenta por todos los medios ocultar la labor bien hecha.El ejemplo que voy a mostrar es uno de tantos de los sucesos que le suelen ocurrir al español medio cuando tiene que depender en algún momento de la Administración.

Durante cuatro dolorosos años, los periodistas, televisión y casas publicitarias nos han estado calentando la cabeza con el dichoso Mundial. Teníamos la mejor organización y el mejor equipo del mundo: nada podía fallar, ni siquiera los locutores de televisión (Miguel Vila, José F. Pons, Juan J. Castillo, etc.), que a pesar de no tener ni idea de fútbol -ni, por supuesto, de himnos nacionales-, son locutores de TVE, y por muchos años. Programas deportivos les llaman, y no han mostrado ningún deporte excepto el sillón-bol. Es corriente comprobar la falta de imágenes en dichos programas; es que no tienen dinero, se lo han gastado todo en los mundiales y ahora no pueden ni comprar gasolina para las unidades móviles. Están tan cansados de poner y quitar presidentes que se les olvidó que en este país hay muchas personas a las que les gusta el baloncesto; que en el mes de agosto había un Campeonato Mundial de Baloncesto; que tenemos una selección de baloncesto que, sin los 1.700 millones que necesita Pablo Porta para crear escuelas del otro deporte, trabaja en serio; que tenemos unos jugadores de baloncesto que sin beber Kas ganan partidos.

Han caído directores por programas a la turca, pero a muchos nos han tenido despiertos hasta la una y media de la madrugada, prometiéndonos el primer partido que se iba a transmitir por TVE en toda la historia de los mundiales de baloncesto, y se nos ha mandado a la.cama con el cuento de que la culpa es de los colombianos. Y todo el mundo sigue tranquilo en su puesto. Uribarri y compañía, descansad en paz: no os moverán. /