Akhenaton,
el rey hereje del antiguo Egipto que hace más de tres mil años revolucionó la vida del espíritu, no se habría creido en sus tiempos que llegase a ocurrir algo similar publicamente. Se han reunido en Londres rosacruces, teósofos, unitaristas, antropósofos y otras suertes de esotéricos para celebrar el quinto "Festival del entendimiento, del cuerpo y del espíritu" con el fin de elucidar la espiritualidad de la nueva época, en la que fervientemente creen, propiciada por la entrada de la humanidad en el signo zodiacal de Acuarius. Las señas de identidad de la era que se avecina consisten, primeramente, en la interpretación de Dios como una fuerza impersonal. Segundo, la proliferación del panteísmo. Tercero, el convencimiento de que el mundo es una ilusión. Cuarto, que la salvación hay que confiarla a específicos rituales y técnicas y, quinta, que el mal es el estado de quienes se empecinan en vivir en las tinieblas.
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