60.000 jóvenes disciplinados se entusiasmaron en Viena con los Rolling Stones
Más de 60.000 disciplinados espectadores asistieron al concierto de los Rolling Stones celebrado en el estadio del Prater de Viena el pasado sábado, dentro de la gira europea que actualmente realiza este grupo musical. El más importante conjunto de rock de los últimos veinte años se aproxima a España, donde hoy comienza la instalación del monumental ecenario en el estadio Vicente Calderón, de Madrid, para sus actuaciones del 7 y 9 de julio.
El concierto estuvo rodeado de grandes medidas de seguridad. Vigilaban el estadio del Prater trescientos policías y miembros del servicio de orden reclutado por los organizadores entre la juventud local, a cambio, de una camiseta conmemorativa y un bocadillo. En los sótanos del estadio, a salvo del calor y del ruido, quinientos agentes de la policía agurdaban en estado de alerta por si su intervención era necesaria.Además se habían tomado todo tipo de precauciones. En el estadio no se admitían sombrillas, bastones, objetos puntiagudos o cortantes y.tampoco personas que ya estuvieran en estado de embriaguez. Se registraban los bolsos y en el interior del recinto sólo se despachaban refrescos de cola, limonadas y derivados lácteos. En los corredores se habían estacionado varias ambulancias e incluso una unidad de urgencia para combatir eventuales intoxicaciones por drogas.
Aparte de algunos desvanecimientos causados por el sofocante calor -las aguas del Danubio, cercano, estaban a más de 23 grados- y las estrecheces de las primeras filas junto al escenario, no se registraron incidentes y el espectáculo transcurrió pacíficamente.
Sobre las seis de la tarde, tras un lanzamiento de globos blancos y rosas al espacio, los Rolling aparecieron en el escenario y actuaron durante dos horas aproximadamente, para terminar el show al ritmo de Satisfaction, cantado por Mike Jagger desde una plataforma con los colores rojo y blanco de la bandera austriaca, antes de que se hiciera de noche, tal como la policía vienesa había deseado.
Trenes sin alcohol
Los espectadores, sin embargo, habían ido entrando en el estadio a partir de las diez de la mañana.
Muchos habían llegado de las diversas land (regiones) de Austria en trenes especiales sin alcohol a bordo. Algunos, menos de lo previsto, habían acampado durante la noche en las zonas verdes cercanas al estadio del Prater, en espera de conseguir las mejores plazas, que se vendían todas ellas al precio único de 270 chelines (unas 1.620 pesetas).
Tres días antes del concierto la policía había descubierto una masiva falsificación de entradas protagonizada por dos jóvenes impresores que esperaban ganar 625.000 chelines (casi cuatro millones de pesetas) a partir de copias fotográficas de una entrada.
El público, mayoritariamente joven, bailó un poquito, batió palmas al ritmo de la música y aceptó. encantado los cubos de agua que Mike Jagger tiraba desde el escenario, separado por un foso de la multitud y guardado por varias decenas de gorilas, que de cuando en cuando proyectaban mangueras de agua sobre los espectadores.
Con las primeras brisas del atardecer, los asistentes, enrojecidos por el sol -muchos en bañador o biquini-, fueron animándose sin perder la compostura y se disolvieron pacíficamente al concluir el concierto.
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