Película pobre y mimética
El británico Peter Yates ha hecho alguna fortuna en el cine norteamericano de las dos costas, y es conocido por una película de acción que alcanzó bastante éxito: Bullit, de 1968, con Steve McQueen en una traca espectacular de persecuciones en moto y coche por las cuestas de San Francisco. Luego, se eclipsó, tras un ligero despertar en Un diamante al rojo vivo, donde sigue, más o menos, la misma fórmula: ritmo trepidante, tipos estrafalarios y humor en forma de gags prefabricados,y aplicados formulariamente. La película quiere parecerse inútilmente a la excelente Rufufú -I soliti ignoti-, de Mario Monicelli. Como concepción de la historia es casi un plagio ladino. Luego, ciertarriente, el desarrollo es diferente, aunque hay tipos, como el de George Segal y el del propio Robert Redford, que se acercan a lo mimético. La película no merece, en absoluto, la pena, salvo la presencia de Zero Mostel, un viejo y excelente cómico, lleno de recursos, que contrasta con la eficaz nulidad interpretativa de Robert Redford.Un diamante al rojo vivo se emite el domingo a las 22.00 por la segunda cadena.