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El Madrid no pudo con el juego de contención rojiblanco

El Real Madrid no pudo romper el magnífico sistema de contención del Atlético, pese a dominar todo el partido, y saldrá el próximo miércoles al Manzanares sin renta favorable. En esta ocasión ni siquiera tuvo a Stielike inspirado y, se encontró, además, con un guardameta, Mejías, que puede solucionar la penuria ya casi endémica de los porteros rojiblancos. El cuadro de García Traid, que jugó al contraataque y tuvo menos ocasiones de gol que su rival, fue perjudicado, en cambio, claramente por el árbitro al no señalar dos penaltis a Rubio y Julio Alberto en la segunda parte. Tras el descanso, precisamente, el juego fue muy aburrido ante la impotencia blanca para penetrar.El derby madrileño volvió a demostrar que lo difícil es crear juego y más aún cuando no se tienen las ideas para hacerlo. Al Madrid, que se encontró finalmente con un Mejías inspirado le faltó ayer en la Copa una llave, como el tiro de Gallego el pasado domingo frente al Zaragoza para abrir el juego de contención rival. Y como el torneo copero es distinto, tampoco hubiera servido de mucho. El Atlético, aunque haya logrado un empate fuera de casa fue ayer el perjudicado, pues no sacó fruto del contragolpe. Ni García Carrión quiso colaborar.

El partido fue un baile de marcajes, siempre con la cesión clara de la iniciativa por parte del Atlético, pues la obligación del ataque correspondía, lógicamente, al Madrid. Al comienzo, Ruiz cerró el paso a Camacho, mientras éste, en un alarde de fuerza, aunque sin acierto en el tiro, hizo lo propio con Dirceu. El brasileño, en buen momento, que se desperdicia al no aprovecharlo sus compañeros, se ocupó de Del Bosque -al que le sucede algo parecido, pero menos- y el salmantino vigiló a Ruiz para impedir sus remates de cabeza. Este, bastante hizo con luchar, pues jugó mermado, con una muslera. Sólo la pareja Stielike-Quique se mantuvo fija, aunque pronto García Traid pasó a Julio Alberto con el alemán y bajó a Quique a la defensa. Los dos le sujetaron y por eso el Madrid no pudo arrollar. En la segunda parte se fijó ya el marcaje Ruiz-Del Bosque, en plan estable, y Pedro Pablo entró para parar a Camacho, incansable, hasta que la sustitución de Benito por Ángel obligó al internacional a bajar al centro de la defensa. Pero él solo no podía solucionarlo todo.

El Madrid, que jugó con más alegría en la primera parte, tuvo hasta ocho ocasiones de peligro por sólo tres del Atlético. Este, en cambio, avisó ya a los dos minutos con un remate al poste de Arteche, tras el saque de una falta. Sobre el minuto veinte, el agobio blanco, llevado por la fuerza de Camacho y los caracoleos, aunque sin fortuna en lo pases decisivos, de Juanito, provocó tres córners seguidos -el balance favorable blanco iba a ser de 12-4- y Mejías comenzó a lucirse. En cuatro disparos tres de Juanito y otro de Santillana, amén de un gran cabezazo de éste, mostró no sólo su agilidad y colocación, sino también su seguridad. En los centros de la impotencia, pese a su 1,79 de estatura, bastante menos que el 1,90 largo de Agustín, hizo lo propio. El portero blanco, en cambio, provoca la angustia en cada salida.

El Madrid, que se encontró con un rival ordenado en defensa, y llegó forzado ya al área, no supo abrir huecos, aunque fuese con recursos manidos, como tantas veces. Únicamente en una acción individual podía llegar el gol y Gallego, pese a irse con facilidad varias veces hacia adelante, no sembró el desconcierto esperado. Arteche se encuentra en un gran momento, suficiente para compensar a Balbino, que no desentonó frente a Santillana, y en los laterales., mientras Juanjo cumplió ante Juanito, que esta vez fue más ruido que nueces, Quique acabó echando a Pineda. Ito, como ya es habitual, pese a los gritos del público requiriendo su presencia, no hizo mucho más.

Penaltis incluídos, a Rubio y Julio Alberto, la segunda parte fue mucho más cómoda para el Atlético, pues el Madrid no forzó mucho más la máquina. Parte por su impotencia para romper la defensa rival, parte porque en su fuero interno confía en el contragolpe del miércoles próximo, que no necesitará creaciones especiales. El Atlético, en cambio, necesitó una vez más de Julio Alberto para crear peligro en los contraataques. Marcos no debió salir, aún resentido del golpe de Barcelona y Marian no hizo nada. Rubio cumplió con forzar uno de los penaltis no señalados y Hugo Sánchez se redujo a dar codazos a Benito, que no está para marcar a hombres de movilidad como él.

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