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El Madrid pasó apuros ante el Las Palmas

El Madrid, con un presupuesto de mil millones por temporada, no tiene un delantero centro capaz de suplir a Santillana con discreción. Pineda, que también está lesionado, no puede ser considerado reemplazante idóneo para el santanderino. El domingo tuvo que jugar Isidro, que de centro delantero sólo tiene el nombre. En ninguna otra circunstancia podría ser equiparado a Lángara. El Madrid, que es tercero en la Liga y que en la Copa de la UFIFA está resultando más poderoso de lo esperado, el domingo pasó apuros para vencer al modesto conjunto insular.Antes del inicio del encuentro, Boskov tuvo que sustituir a Gallego, lesionado en el calentamiento, por Garcia Hernández. En pura teoría, el Madrid tenía que jugar con Stielike como líbero, pero el Las Palmas, que únicamente alineó dos delanteros natos al principio, Julio y Juan¡, facilitó la labor madridista y el alemán pudo deambular por el centro del campo. El Madrid se limitó a jugar con tres defensas, y lo que podía ser una ventaja extraordinaria en la zona de creación no lo fue porque se produjo un excesivo amontonamiento de hombres, puesto que Juanito renunció pronto a ser un delantero más.

La superioridad numérica no pudo ser debidamente aprovechada porque delante el Madrid no tuvo peligrosidad, salvo los minutos en que Juanito penetró por la banda izquierda y probó el disparo a puerta. A Isidro no se le puede pedir que sea un centro delantero resolutivo. Bastante hizo con estar allí e intentar crearle problemas a Roque. Ito, la esperanza madridista, no hizo las delicias del público como otras veces. Al salmantino siempre le sobra un regate y en ocasiones repite el anterior y se queda en el mismo sitio y con el defensa delante. En términos taurinos, Ito es el torero que mantea por la cara, pero no se pasa al enemigo.

Ito no se aflige ante los defensas, pero se escora demasiado hacia los córners, con lo que sus penetraciones no son suficientemente incisivas. El domingo tuvo que recurrir a echar el balón hacia atrás para que lo bombeara un centrocampista.

En la primera mitad, el Madrid no dejó respirar a el Las Palmas. Los canarios quedaron en su parcela agazapados y sin dar sensación de peligro alguno. Los dos hombres de la avanzadilla, a los que se sumaba alguna vez Pepe Juan en los contraataques, no llegaron nunca al área de Miguel Angel en condiciones de disparar entre los tres palos. Durante los primeros 45 minutos únicamente dispararon una vez a gol y acertaron. Miguel Angel estuvo dedicado a la vida contemplativa. No le dieron ocasión alguna para desentumecer los músculos. Lo más que hizo fue recoger algún balón perdido.

No fue esa la tónica del segundo período, porque hasta el minuto 61 el Las Palmas tuvo dos clarísimas ocasiones para marcar. En la primera, Juanito hizo lo más dificil, y cuando remató, Stielike salvó bajo los palos. El rechace también lo desaprovechó Félix, que envió la pelota a las nubes. Cortés desvió un remate de Saavedra -el mejor jugador canario-, que también se colaba. Páez, por contra, al intentar deplejar, estuvo a punto de marcar en su puerta. Tras el segundo gol, los canarios dieron la impresión de sentirse vencidos; mas en los últimos diez minutos reaccionaron con fuerza y pusieron al Madrid en serios aprietos. En el minuto 95, Páez desperdició la última ocasión para empatar.

El Madrid del tranco final cometió innumerables errores, y no perdió un punto de puro milagro. Justo es decir que tanto un conjunto como otro cometieron errores de bulto. Hubo unos instantes en que parecieron jugar a los despropósitos: pases mal medidos o enviados al contrario, toquecitos inocentes y obnubilaciones a la hora de concebir la jugada.

El encuentro tuvo escasa calidad. Se perdió la oportunidad de ver un buen espectáculo, porque el Las Palmas sólo jugó bien en la segunda parte. Un despertar anterior habría dejado mejor sabor.

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