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Sorprendentemente se invirtió la tendencia negativa

Una sorprendente mejora se produjo ayer en las Bolsas españolas, producida por la más que evidente retirada de órdenes vendedoras. Este fenómeno, para el que algunos observadores encontraban justificación en base a las importantes bajas de los últimos días, no dejó de tener su glosarlo particular bastante concreto, del que no se excluyeron algunas situaciones curiosas. Al igual que se habían generado unos apabullantes saldos vendedores de forma sorpresiva en las últimas jornadas, también sin esperarlo casi nadie la ventas se diluyeron en el aire y desde primera hora de la mañana quedó bastante claro que la agresividad de quienes habían ofrecido partidas de acciones de forma casi indiscriminada había cedido notablemente, lo que generó al instante un cierto flujo comprador, muy selectivo en un principio, pero que terminó por extenderse a la práctica totalidad de los valores que se negociaban.Las suaves bajas que experimentaron casi todos los índices generales de los mercados -sólo mejoró discretamente el de Barcelona- reflejaban fundamentalmente los severos reajustes a la baja que una buena parte de los principales bancos admitieron en sus cambios. Estas bajas se vieron justificadas por unas operaciones de limpieza de los últimos restos vendedores pendientes, que realizaron el Central, Santander, Hispano y Popular, quienes aceleraron sus procesos de caída, para quedar en unas posiciones de demanda, al menos aparente, a la hora de cerrar las operaciones del día.

En cualquier caso, hay que destacar que los saldos vendedores conjuntos que presentaban los siete grandes bancos en la sesión del miércoles, y que se aproximaban al millón de títulos, experimentaron una sustancial rebaja, quedando establecidos entorno a las 280.000 acciones. Indudablemente, el mejor cariz que apuntaron las sesiones sirvió para que una buena parte de los vendedores reconsiderasen sus posturas y en cualquier caso se produjera un proceso de "desinchamiento" de las órdenes que habían sido artificialmente multiplicadas.

El resto de los sectores bursátiles experimentaron un comportamiento discretamente positivo, que apenas se vio salpicado por las bajas que producían las últimas partidas vendedoras.

En definitiva, los mercados de valores españoles se han vuelto a reafirmar en su afición por la prestidigitación, y donde el miércoles todo eran deseos de venta se convirtió ayer en un panorama risueño, donde más de un inversor volvía a hablar de expectativas de futuros beneficios, trocando su pesimismo por una sonrisa esperanzada. Pero lo más grave de todo es que la reacción del mercado no ha contado con ninguna justificación aparente.

Pero las preguntas que circulaban por los parqués eran: ¿quién, sino los propios inversores institucionales, es capaz de generar unos volúmenes de títulos a la venta como los que existían los días anteriores? ¿Quién, sino los propios bancos, abandonó a su suerte sus cotizaciones cuando en otras ocasiones con mayores volúmenes de oferta las defendieron a capa y espada?, y una última, y es a la que más difícilmente se le encontraba explicación: ¿por qué una retirada tan brusca de las órdenes de venta?

Probablemente quien tenga la respuesta a estas preguntas estará en una situación inmejorable para ganar dinero en las próximas sesiones, pero los demás continuarán absolutamente a merced de las intenciones de unos pocos.

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