Arlid Karlsen,
un sociólogo noruego, y su esposa mantienen a su hijo de nueve meses metido en una urna de cristal de cuatro metros cuadrados de base aislado de todo contacto con el exterior. La pareja experimenta con su hijo Ias pruebas que su colega norteamericano Skinner realizó con ratas. En el interior da la urna existe una temperatura de veintiocho grados y la humedad es del 50 %. La alimentación del niño se realiza a través de un biberón suspendido en la urna y el bebé lo agarra cuando tiene hambre. El insólito experimento tiene por objeto estudiar la vida humana en la creencia de que "el contacto corporal es dañino".
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