_
_
_
_
La tragedia de Quintanar de la Orden

Profunda emoción entre los dirigentes del PCE

Cerca de las 4.30 horas comienzan a sonar con insistencia todos los teléfonos de la sede central del Partido Comunista de España en la calle de la Santísima Trinidad. La quinta fiesta anual ha concluido hace poco más de tres horas: casi todos los dirigentes del partido están ya en sus casas tratando de ganar unos minutos al lunes, y la flotilla de autobuses, en camino hacia todos los puntos de origen.En el recinto-PCE de la Casa de Campo, el servicio de seguridad hace las últimas comprobaciones: únicamente se han quedado en Madrid los equipos que van a encargarse de desmontarlos stands, entre ellos, el de los murcianos. Miguel Ruiz, José Sánchez, Carlos Sánchez, Manuel Bajes, Juan Antonio Ruiz, su hijo y un séptimo militante han trabajado a toda prisa en la caseta: piensan volver de mañana a Murcia en dos turismos privados. Algunos de sus familiares viajan en el primer autocar. Por ejemplo, Fuensanta Alcázar y Pepe, es decir, la mujer y el hijo de Manuel Ruiz.

Cuando al fin descuelgan el teléfono en la sede del PCE, alguien que llama desde Quintanar .de la Orden dice con voz temblorosa que ha habido un accidente, un grave accidente de tráfico al parecer, en la curva de los Caídos, un paraje de pésima reputación entre los camioneros. «¿El primer autocar? ¿Contra un camión de pescado ... ?». Los trasnochadores del partido marcan los números telefónicos de los camaradas de la directiva. Julián Rebollo pide que la noticia sea contrastada lo más rápidamente posible. Pero la confirmación no llega hasta las 6.45 horas. Entonces se pone al habla con Simón Sánchez Montero, y entre tanto alguien avisa a Santiago Carrillo y Nicolás Sartorius, y también a Pedro Marset, del comité provincial de Murcia. A las ocho de la mañana todos emprenden viaje a Quintanar.

A las 3.30 horas, las ambulancias comienzan a llegar a Madrid con los heridos: cinco son ingresados en La Paz y dos en la Cruz Roja. Pero el hospital más concurrido, como era de esperar por su situación en la carretera de Andalucía, es la Ciudad Sanitaria Primero de Octubre. Los siete médicos del equipo del doctor Resines, que está de guardia en el servicio de traumatología, hacen reconocimientos de urgencia: cinco de los once ingresados ya han muerto. Armando Gómez Amador y Manuel Nicolás López pasan a reanimación, con lesiones muy graves; Juan Pérez Silvestre sufre traumatismo torácico y facial, y probablemente habrá de pasar a quirófano.

El doctor Rodríguez Agulló, que es militante del partido comunista, trata de estar cerca de las víctimas y de atender a los visitantes. Llega al hospital Dolores Ibárruri a las diez de la mañana; llegan el secretario de Estado para la Sanidad, el presidente de la Diputación Provincial, José María Rodríguez Colorado, y Enrique Curiel. Las primeras listas salen de la fotocopiadora: según cálculos provisionales, veintitrés muertos y veintiún heridos. A mediodía, cuando todos comienzan a sentir un insoportable dolor de ojos, llega del mortuorio Miguel Ruiz. Hace un gesto afirmativo con la cabeza. Está claro; como se temía, su hijo Pepe es uno de los cinco cadáveres. Alguien dice que, al menos, su mujer, Fuensanta, todavía está en duda, que por el momento no hay noticias sobre ella en Madrid.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_