Una "'farsa en prosa'", de Pasolini, y el ingenio de Laurel y Hardy, en el fin de semana
Viene proyectándose en Televisión Española un modesto cicloo, dedicado a Lauren y Hardy, que oculta discretamente su nombre. Estudiantes en Oxfórd es la entrega de esta semana. Pelicula realizada en 1940, supone uno de los eslabones menos apasionantes de la carrera de los famosos cómicos, aunque, como es lógico, conserva suficientes situaciones hilarantes como para justificar su inclusión en el ciclo como su revisión al cabo del tiempo.
Quizá Lauren y Hardy hayan dado lo mejor de sí mísmos antes en los largos que en los cortos, sobre todo en la etapa muda del cine: bastantes de los gags con que ilustran sus películas han quedado superados por el tiempo; otros, en cambio, permanecen más vivos que muchos de los que cómicos actuales tratan de imitar en sus películas. De hecho, la historia del cine cómico americano ha dado bastantes vueltas sobre sus propios inventos. Podrá comprobarse hoy, sábado, a las 16.00 horas, por la primera cadena.La ausencia de largometraje esta noche aumenta el interés de la emisión, mañana, domingo, a las 22.00 horas, por la segunda cadena, de Pajaritos v pajarracos, la película que Pier Paolo Pasolini dirigió en 1966 y que tardó trece años en estrenarse en nuestro país. Los censores de entonces se quedaron perplejos ante una fábula que, aunque no comprendían en su totalidad, les parecía amenazante para la salud mental de los españoles. Como de costumbre, evitaron que nos pusiéramos en contacto con una obra de considerable importancia en la filmografía de Pasolini y en el cine europeo del momento.
Pajaritos y pajarracos supone un adiós a las tendencias neorrealistas aún vigentes, de alguna manera, en 1966, pero, sobre todo, mitificados por los teóricos de ta izquierda. Para Pasolini, en cambio, ese neorrealismo no tiene vigencia en la actualidad. Como tampoco la tienen determinadas teorías marxistas que, en esta película, él coloca en boca de un cuervo al que los personajes principales deben engullir para alimentarse: sobrevivir, pero pensar también en futuros alimentos.
El aspecto parabólico de esta «farsa en prosa», tal como Pasolini la definía, comienza precisamente por esos protagonistas, unos champlinescos padre e hijo que marchan por el mundo sin saber muy bien de dónde vienen ni hacia dónde se dirigen, aunque anecdóticamente ello quede explicado en la película.
En ese «caminar por la vida», su enfrentamiento a las teorías marxistas y cristianas del cuervo (eran los años de pontificado de Juan XXIII), supone la posibilidad de invitar a los espectadores a un cambio sustancial en sus ideas.
El cristianismo ramplón de muchos neorrealistas ha quedade ya zanjado (Pasolini lo emula en una de las partes más divertidas de la película, en referencia constante al San Francisco de Asís, de Rossellini), pero tambiér. determinadas ideas marxistas que él hace vigentes sólo hasta la muerte de Togliatti.
Película compleja que ofrece lo mejor de su actor, supone un inteligente paso en la programación televisiva que no siempre tíene que emitir la comedia americana de costumbre, clásica o moderna, buena o mala. El cine europeo de los años sesenta (y, naturalmente, también de otras décadas) ha podido tener menos aceptación por parte del público pero ha ofrecido, en cambio. posibilidades de renovar el lenguaje cinematográfo.
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