Sinceridad sorprendente
Al pobre Alvarez Margüenda le volvieron loco el domingo. Los jugadores ya no sólo no colaboran con el árbitro durante el partido, sino tampoco después. Carrete declaró que el penalti de que fue objeto no había existido («me tiré, no hubo contacto», dijo), y Stielike se quejó de que no enseñara tarjetas antes («por ejemplo, a mí; mi primera entrada a Solsona fue de tarjeta. Quería intimidarle», declaró el alemán).Tiempo atrás, el Atlético sancionó a Rubio por una manifestación de sinceridad idéntica a esta de Carrete. Y en la primera vuelta, en Valencia, Stielike corrió enfurecido todo el partido tras Solsona soltándole patadas, porque «alemán no permite que español le ridiculice», según explicación de Boskov. Son dos pintorescos antecedentes para los sucesos del domingo que habrán dejado a Margüenda confuso y posiblemente irritado.
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