Una aventura entre dos musicales
En el no anunciado ciclo que Televisión Española viene ofreciendo discretamente sobre Yvonne de Carlo, hoy se nos muestra El capitán Panamá, una de las dos películas que la actriz interpretara junto a Rock Hudson, quien en esos momentos (1952) comenzaba una carrera que se le auguraba de éxitos; años después sabemos que su mediocridad interpretativa no le permitió engañar a muchos. El criterio de producción de aquellos años se basaba principalmente en las «estrellas», y de ahí que éstas se vieran obligadas a repetir incansablemente los esquemas por los que habían sido lanzadas publicitariamente. Si Yvonne de Carlo no tiene en esta ocasión su natural ambiente «exótico», al encontrarse en el Nueva Orleans de 1860, los guionistas la convierten en sugestiva bailarina y le hacen vivir una extraña y disparatada historia, no desprovista, como es lógico, de apasionados amores.La repetición de esquemas obligaba también a Marilyn Monroe. Sin embargo, su imagen de ingenua fatal no le hacía caer en la torpeza de Yvonne de Carlo, sino que, por el contrario, le permitía en muchas ocasiones demostrar su capacidad interpretativa con talento e imaginación. En El multimillonario, que hoy también se ofrece en Televisión Española, tendremos oportunidad de comprobarlo. En esta ocasión, Marilyn añade a su talento como actriz sus posibilidades como intérprete de musicales. La canción My heart belongs to Daddy, que forma parte de todas sus antologías, pertenece a esta película, que, dirigida en 1960 por George Cukor, aparece ampliamente citada en todas las biografías de la actriz, dado que fue con motivo de este rodaje cuando vivió con Yves Montand un turbulento romance que hizo intervenir a Simone Signoret. Aunque ésta, en su autobiografía, trate de disfrazarlo prudentemente, no hay biógrafo de Marilyn que desaproveche el incidente para desarrollar una teoría (positiva o negativa, según la opinión de cada cual) sobre el «caso».
El multimillonario, por otra parte, ofrece al cinéfilo la curiosidad de ver en el reparto, aunque en pequeñas intervenciones, a Gene Kelly, Bing Crosby y Milton Berle. Penúltima cita del espléndido ciclo dedicado a Marilyn, forma parte de los mejores trabajos de la actriz.
Otra película musical hoy en Televisión Española: Gigí, que dirigiera en 1958 el famoso director de otros numerosos musicales, Vincent Minnelli, considerado por gran parte de la crítica como maestro del género, si bien la revisión de su obra en general haga dudar de tal opinión. El esplendor de Un americano en París, la más famosa comedia musical del director, no ha tenido claras prolongaciones en el resto de su trabajo.
Basada en la obra de Colette, Gigí tiene su mayor atractivo en la presencia de Leslie Caron en el papel protagonista, actriz igualmente de Un americano en París, donde compartía el reparto con Gene Kelly. En esta ocasión, sin embargo, la acompaña el blando e insulso Louis Jourdan. Es Maurice Chevalier quien destaca en los papeles masculinos, repitiendo su eterno personaje frivolón, pícaro y bondadoso, que tan popular hiciera en las películas interpretadas a las órdenes de Ernst Lubistch.
Como de costumbre, Gigí, originalmente en scope, se proyectará en esa absurda versión facilitada por las televisiones norteamericanas, donde, por aprovechar íntegramente el tamaño de la pantalla del televisor, se sacrifica gran parte del fotograma, con lo que la composición de cada plano (que, si es básica para la comprensión de cualquier película, es fundamental en el musical) queda distorsionada. Sería necesario que, de una vez por todas, Televisión Española no cayera en esa tonta tradición y nos acostumbrara a respetar las películas tal como fueron realizadas. La reciente exhibición de Chicago año 30 fue una buena prueba de la pérdida que sufre cualquiera de las películas originalmente en scope.
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