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Los cazadores franceses pasan un examen desde hace cinco años

La obligatoriedad de un examen para obtener la licencia de caza, que será implantada en España, es algo ya usual en Europa. En Francia se viene realizando desde 1976 con un porcentaje de aprobados que se sitúa en el 70%. Por ser un país cercano y de análogas características cinegéticas a España, puede suponer un ejemplo a lo que podrá implantar el Icona a partir de la próxima temporada.

Hace cinco años, cualquier persona podía conseguir en Francia una licencia de caza sin ningún control de un mínimo de conocimientos cinegéticos. Se discutió la utilidad del examen, máxime después de que el primer año fuera de extremada sencillez, pues lo que se hizo fue un mero ensayo. El abanico de preguntas se ha ido ampliando y en la actualidad se ha conseguido que el cazador tenga un amplio conjunto de conocimientos variados.El examen francés tiene tres capítulos generales. El primero trata sobre la salvaguardia y la repoblación de la caza, con un conocimiento elemental sobre las diferentes modalidades cinegéticas; en el segundo se abordan las leyes y reglamentos, que comprenden las especies protegidas, las dañinas, los territorios de caza, los arriendos, las armas autorizadas y las prohibidas; en el tercero están comprendidas las reglas de seguridad en la utilización de armas y municiones. En total son veintiuna preguntas elegidas por sorteo y que ya no vuelven a ser utilizadas. El examen se considera aún muy imperfecto, pues falta una prueba práctica, imprescindible para garantizar el seguro manejo de un arma de fuego.

Unos 100.000 franceses son los que anualmente se someten todos los años al examen. Una vez descontada la cifra de los que no se presentan, unas tres cuartas partes de los que optan a la licencia de caza la obtienen; el resto espera poco después a una nueva oportunidad, y si no la supera tiene que esperar ya a la próxima temporada. El examen, como prueba teórica que es, ha dejado sin licencia durante un año a cazadores experimentados que fallaban en temas de seguridad. Ellos sabían mejor que nadie cómo encontrar la caza dónde situarse para abatirla, pero sin embargo no tenían en cuenta que podía haber un riesgo de accidente debido a la colocación en la línea de escopetas. Resulta curioso que las mujeres alcancen un buen porcentaje de éxito.

La práctica, sin embargo, ha venido a demostrar en Francia que el cazador no se comporta en el campo tal y como correspondía a alguien que ha superado un examen para obtener la licencia. Se sigue disparando sobre especies no identificadas, en vez de abstenerse de apretar el gatillo.

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