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Los ceses de entrenadores, un mal negocio para los clubes

A medida que avanza el otoño comienzan a caer los entrenadores. El viejo tópico de «no comer el turrón» se ha hecho ya verdad para cuatro técnicos en Primera, una en Segunda, tres en Segunda B y catorce en Tercera. El cese es algo a lo que los entrenadores ya están acostumbrados, e incluso viene a ser para ellos una forma de paliar la escasez de puestos. Un club que cesa a su entrenador, le paga, y paga también a su sustituto, de modo que la profesión sale ganando, aunque sea a costa del prestigio de los cesados. Pero los ceses son un mal negocio.

Como queda dicho, cuando un club cesa a su entrenador tiene que pagarle lo estipulado en el contrato; como a continuación ficha a un hombre para sustituirle, son dos los técnicos que viven de un puesto ese año. La profesión de entrenador ve así aumentadas las posibilidades de colocación, algo bien recibido siempre, porque el número de puestos de trabajo de entrenadores de categoría nacional es menos de la mitad del número de titulados.El daño lo recibe, por supuesto, el prestigio del cesado, y su propia estimación. Pero en ocasiones, cuando las cosas van mal, se recibe con resignación el cese, porque un entrenador cuyo equipo marcha en el fondo de la tabla se convierte en una especie de enemigo público de la ciudad. La Prensa le fustiga, su mujer escucha comentarios mordaces cuando sale a la calle, y los propios hijos pueden ser martirizados por compañeros en el colegio. Rifé, poco antes de ser cesado la temporada anterior como entrenador del Barcelona, se lamentaba amargamente en las páginas de EL PAÍS de este tipo de sufrimientos. En ciudades pequeñas, el problema de estos hombres es aún mayor.

La arbitrariedad de estos ceses se pone de manifiesto cuando se echa la vista atrás y se hace un ligero análisis. Es significativo el caso de García Traid, un entrenador que alcanzó prestigio porque ascendió al Salamanca de Tercera a Segunda y después a Primera, y lo mantuvo en esta categoría cuatro temporadas. Cuando se fue fichó por el Betis, en Segunda, con el propósito de ascenderlo a Primera. A diez jornadas del final le cesaron porque el equipo perdió en casa con el Jaén. A pesar de esa derrota (curiosamente, hubo de repetirse el partido por alineación indebida del Jaén, y el Betis ganó en la repetición), el equipo quedaba con ocho positivos. Con el nuevo entrenador, Lasa, se logró el ascenso, pero con ese mismo número de positivos. El año pasado, en el Burgos, García Traid cayó a las primeras de cambio; le sustituyó Fernández Seguí, y a éste, Lucien Muller, al que el Burgos ni siquiera pudo inscribir oficialmente como entrenador, porque debía dinero a muchos jugadores y no podía formalizar su contrato con el nuevo entrenador. Después de tanto cambio, el Burgos se fue a Segunda con catorce negativos. Después de estos dos despidos, García Traid es hoy el feliz entrenador del Atlético líder en Primera División tras once jornadas, en las que ha acumulado tres puntos de ventaja sobre el segundo.

En Primera, cuatro ceses

Mayores son los disparates del Barcelona, que últimamente ha fichado largos contratos a dos entrenadores, Rifé y Kubala, para luego cesarlos. Rifé entró en sustitución de Muller hace dos temporadas, porque el equipo corría peligro de ser eliminado en la Recopa Consiguió ganar esta competición y se le firmaron tres temporadas, a doce millones por cada una de ellas. Mediada la primera, se le dio el cese para traer a Helenio Herrera. Tras el feo asunto de las cintas, el Barcelona ha despedido a Rifé.Al comienzo de esta campaña, Kubala ficha por el Barcelona con un contrato de dos años, a diez millones por temporada. Antes de la décima jornada ha caído, y vuelve Helenio Herrera, que había sido destinado a Venecia como observador del fútbol europeo. Por este trabajo le pagaban cuatro millones de pesetas anuales, y ahora ha hecho que se le doble la suma, incentivos aparte.

El Barcelona no ha sido el único equipo que ha cambiado de entrenador hasta ahora. El Athlétic despidió a Senekowitsch tras los siete goles encajados en el Bernabéu, y ascendió a Sáez, entrenador de la cantera. Las Palmas cesó a Antonio Ruiz y también recurrió a un hombre de la casa, León, que entrenaba al Las Palmas Atlético. Y en el Salamanca ha sido cesado Mesones, en decisión difícil de explicar, porque oficialmente no era entrenador del club. Mesones, con sanción federativa porque se le encontró supuesto culpable de maniobras de soborno en el caso del Málaga-Salamanca del año pasado, permanecía en el club, pero el que figura como entrenador es el ex internacional del Pontevedra Neme. Así pues, la directiva del Salamanca ha cesado a un entrenador que no tenía. El equipo marcha con ocho negativos y la directiva ha dimitido en bloque. En Segunda ha caído ya Héctor Rial, en el Elche, y en Segunda B, el Arandina, el Huesca y el Mirandés también han cesado a sus entrenadores.

Reacción fugaz

Suele decirse que con entrenador nuevo se gana el primer partido, y así viene siendo. Ese revulsivo suele producirse. El nuevo entrenador hace algunos cambios, los que entran en el equipo lo hacen con ganas y los que permanecen en él luchan por no ser retirados. El Athlétic, tras los siete goles del Bernabéu, ganó 4-1 al Valladolid y empató en Almería. Las Palmas cambió de entrenador tras empatar en casa con el Salamanca, y ganó el primer partido en Zaragoza, y en el segundo venció, en el Insular, al Madrid. El Barcelona recibió a H.H. con sonada victoria sobre el Atlético. El Salamanca no reaccionó con el cambio porque en ese equipo, cuya plantilla ha sido desmantelada, no parece posible ninguna reacción. En el Elche, en Segunda, cayó Rial, tras perder el equipo en casa ante el Santander, y en los dos partidos siguientes alcanzó tres positivos, con un empate en Burgos y una victoria en Vallecas. Pero en general se trata de reacciones fugaces, que suelen costarle al club mucho dinero, porque los entrenadores suelen cotizarse alto.

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