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Mal partido y corta renta blanca para Budapest

El partido de la nostalgia sólo tuvo color en los aparatos de televisión. La transmisión en directo dejó las gradas de Chamartín casi vacías. El público no se calentó con el equipo, y aunque lo hubiera hecho, el ambiente no habría pasado de un festejo menor. No hubo alegría. Predominó el bostezo y el respetuoso silencio, como en esos finales de faena taurina en los que el aficionado se muestra comprensivo.El partido tuvo vísperas de gran acontecimiento. La nostalgia hizo sacar del baúl de los recuerdos aquellas míticas figuras del Honved que vivieron en España sus últimos días de gloria. El Honved de ayer trajo un Kocsis, pero sin cabeza de oro, y del resto no hubo el mínimo parecido con Czibor y Puskas. Si Esternazy tuviera sólo el 50% de la seguridad de Puskas frente al marco, en el primer tiempo el Honved habría podido marcar hasta un par de goles.

Santillana no tiene la cabeza de Kocsis, pero fue el único que pudo recordarle. Un remate suyo valió el gol del Madrid. Con la reaparición de Santillana el equipo madridista volvió a sus viejos moldes: centros altos como fundamental objetivo. Santillana cumplió su papel no sólo en el gol, sino también en un par de dejadas para que sus compañeros remacharan la jugada. Juanito tuvo a la media hora de juego una ocasión clarísima de gol, pero incomprensiblemente la desperdició.

Otro sistema práctico que no fuera el juego aéreo frente al meta húngaro no hubo. Los intentos de gol más serios fueron los disparos desde fuera del área de García Hernández, Stielike y Gallego. El juego del Madrid fue pobre, y encima, en el segundo período, los húngaros realizaron varios contraataques rápidos que dejaron ver cierta inocencia.

Boskov sustituyó a Stielike por Pineda. El Madrid, con la inclusión del ex castillista, trató de encontrar más fortaleza en la línea de ataque, dado que Juanito ya no quiere ser extremo y se queda en terreno de nadie. Pineda se situó en el lugar teórico de Juanito y en modo alguno pudo ser el hombre idóneo para, desde la banda, abrir brecha. Cuando buscó el centro para rematar no hizo otra cosa que robarle un par de balones a Santillana, que estaba mejor colocado.

El grave problema del, Madrid radicó en la ausencia de Del Bosque. El centro del terreno no tuvo al hombre capaz de poner oden. Del Bosque, a quien el público madridista no suele perdonar una, al tiempo que jalea los inútiles números de circo de Cuningham, es pieza más importante de lo que aparenta. Del Bosque no es hombre rápido en la carrera, pero lo es en la producción de ideas y capaz sobre la marcha de improvisar. Algunos de sus compañeros en esta función necesitan siempre la partitura delante.

El Honved no perdió los papeles en la labor defensiva a la que prestó toda dedicación, cuando se percató de que podía resultarle más rentable aguantar el 1-0 que intentar el empate.

El paso de los minutos en el segundo tiempo no hizo sino acrecentar el nerviosismo de los madridistas, que fallaron repetidamente en la entrega y fueron incapaces de encontrar un hueco en la cada vez más tupida red defensiva húngara, en la que el grandullón Nagy cortó por arriba y por abajo cuanto quiso.

En los últimos minutos, el Honved tan sólo dejó un hombre en punta. Esternazy y Bodonyi se alternaron en esta misión. El centro-delantero, que jugó todo el encuentro con un vendaje en la mano derecha, realizó peligrosas incursiones hacia el marco madridista, pero afortunadamente los defensas, aunque con algún apuro, pudieron resolver los problemas. Pérez García, que salió a jugar en lugar de Isidro, realizó dos cortes providenciales en los momentos en que el empate hubiera podido significar el desastre

El Madrid buscó con insistencia aumentar el tanteo en el cuarto de hora final, pero sólo llegó con el balón controlado hasta el borde del área. Desde allí insistió de nuevo García Hernández en el disparo a gol. Pero fueron intentos vanos, ya que era muy difícil cruzar la pelota entre aquel conglomerado de jugadores. El Madrid encontró un rival más difícil de lo esperado. En Budapest, con toda seguridad, el ya citado Esternazy, el hábil Bodonyi y el rápido Kozma, compondrán un trío de mayor peligro. La eliminatona se le ha puesto cuesta arriba al equipo madridista. El conjunto que ayer alineó pecó de bisoñez.

El Madrid debe cambiar de esquema de juego. Ha perdido toda personalidad. Ayer ni siquiera fue el conjunto peleón hasta la extenuación. Las dificultades achicaron a los hombres de Boskov. Una lástima, porque el Honved, con todo, no es un conjunto insuperable.

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