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El Atlético hizo un partido serio

Con un partido serio, el Atlético obtuvo un importante positivo en Atocha, donde la Real demostró en el primer tiempo unas fisuras defensivas que nadie habría sido capaz de adivinar la pasada temporada. En el segundo tiempo hizo un bonito esfuerzo ofensivo y consiguió igualar el marcador. El encuentro del Atlético fue quizá el más convincente que ha efectuado en lo que va de temporada.Ruiz salió como marcador de Zamora por todo el campo, y hay que anticipar que tuvo bastante éxito en su función, pues el excelente centrocampista de la Real apenas tuvo oportunidades para dirigir al equipo como acostumbra. Entre eso y que en la alineación inicial faltaba López Ufarte, la Real quedaba bastante disminuida. A pesar del gran esfuerzo de Diego y Alonso, que arrastraban al equipo hacia adelante, la Real carecía de calidad en su juego ofensivo. El impetuoso Idígoras apenas podía con Julio Alberto, y Satrústegui, en punta, se veía un tanto solo para intentariugadas de calidad. La Real, como es lógico, mandaba porque jugaba en casa, pero no daba sensación de peligro.

El Atlético, por su parte, hizo lo que se ha dado en llamar «su partido». Aseguraba lo más posible atrás, con Arteche sobre Satrústegui y Baibino como libero, y salía en contraataque con poca gente, pero buscando los claros con bastante talento. Dirceu y Marcos se movían inteligentemente por la media punta, y Rubio y Cabrera, los más adelantados, cambiaban continuamente de posición para abrir claros. La gran virtud del Atlético en este primer tiempo fue explotar al máximo las virtudes de la táctica del 4-4-2. Los dos hombres de punta supieron sacrificar todo posible lucimiento en la tarea de abrir huecos para los que Regaban de atrás, y así, Dirceu y Marcos consiguieron los dos goles que pu sieron por delante al Atlético y pa recían decidir el partido. Fueron dos llegadas claras desde atrás, que cogieron un tanto despistada a la defensa de la Real. La última tem porada nadie hubiera concebido un par de despistes tan rotundos en la defensa donostiarra.

Reaccionó la Real con genio y muy poco después del 0-2 acortaba distancias, gracias a la capacidad de Satrústegui para desenvolverse en el área. Pero aunque hasta el descanso achuchó bastante, no pudo crear situaciones de peligro, y cuando empezó el segundo tiempo era muy problemático aventurar el posible resultado final.

Ormaechea se jugó el todo por el todo y agotó los dos cambios reglamentarios. Dejó fuera a Gajate, que falló mucho en la colocación, y a Uralde, que no encontró sitio en el equipo, e incorporó a cambio a Górriz y a López Ufarte, cuya inclusión fue acogida con aplausos López Ufarte, corto aún de condición física, levantó al equipo durante un cuarto de hora y trajo por la calle de la amargura a Marcelino; pero en esta fase, en la que la Real hizo su mejor juego, no cayó ningún gol. Un par de buenas intervenciones de Aguinaga y la seguridad defensiva del Atlético lo impidieron. Caía el partido en fase de monotonía, cuando el Atlético incurrió en un penalti un tanto infantil y eso daba lugar a que la Real consiguiese el empate. Este segundo gol local enardeció al público, pero también sirvió para dejar en claro que la Real estaba con las fuerzas justas. López Ufarte no pudo mantener el ritmo de sus primeros quince minutos, Idígoras siguió siendo un peso muerto y Zamora se estrelló continuamente contra Ruiz. El buen trabajo de Alonso y Diego no servía para convertir a la Real en un equipo de efectividad ofensiva.

Bien dirigido por Dirceu y con la capacidad de Marcos de aparecer siempre en la zona precisa, el Atlético siguió amenazando con los contraataques. Rubén Cano, que reemplazó a Cabrera en el minuto 57, se vio un tanto aislado; pero igual que el sustituido, supo moverse para abrir huecos a los de atrás. Con la amenaza de los contraataques le bastó al Atlético para llegar sin apuros al final y anotarse un importante positivo.

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