El coste del crédito y los beneficios de la banca / 1
Es muy de agradecer la actitud clarificadora del presidente de la Asociación Española de la Banca Privada, que ha alterado, de forma sustancial, la tradicional posición de la banca en cuanto a la difusión y discusión de su actividad y las consecuencias que de la misma se derivan. Es lógico, sin embargo, que la exposición de datos y las conclusiones del análisis realizado por el presidente de la AEB se planteen desde la perspectiva de la defensa de la institución bancaria. El contenido de este trabajo se sitúa en la línea marcada por el presidente de la AEB y desde otro ángulo, pretende colaborar a conseguir el mismo objetivo, esto es, que «la opinión pública disponga, con plena transparencia y fiabilidad, de los elementos de criterio necesarios para juzgar sobre un tema que preocupa a todos y está en boca de muchos». El trabajo que sigue a continuación se divide en dos partes. En la primera se comentan críticamente los aspectos más relevantes del informe publica do en estas páginas (27.6.1980), por el presidente de la AEB. En la segunda se ofrece al lector otra interpretación del comportamiento de la banca.Si he entendido bien, los aspectos esenciales del informe son los siguientes: el coste de los recursos ajenos para la banca ha aumentado, pero menos que el año anterior; como consecuencia del mayor peso de la inversión obligatoria, los recursos libremente asignados por la banca se han reducido; el coste de los créditos se ha incrementado, pero desacelerándose su crecimiento; se reduce el margen de intermediación de la banca y la tasa de crecimiento de los gastos, aumentando las dotaciones para el saneamiento del activo; disminuye el beneficio en relación a los recursos totales medios y se incrementa la rentabilidad de los fondos propios; los únicos caminos para el abaratamiento del crédito bancario son la supresión o rentabilización a precio de mercado de los coeficientes de inversión obligatoria y el cobro de los servicios a los usuarios de los mismos.Los puntos más relevantes del informe son: 1, el margen de intermediación; 2, el coste del crédito bancario; 3, las dotaciones para el saneamiento del activo; 4, los coeficientes de inversión obligatoria, y 5, los beneficios de la banca. Antes de comentar los aspectos que me han parecido más importantes del trabajo realizado por el presidente de la AEB, entiendo necesario hacer dos consideraciones previas. Según el presidente, repite el análisis hecho el año ante rior; esto no es del todo exacto. El lector interesado recordará que buena parte del trabajo publicado en estas páginas con fecha 30-6-197.9, estaba dedicado a esta blecer una comparación de la banca española con la norteamericana, y en el informe de este año las referencias a comparaciones interna cionales son prácticamente nulas; este cambio de enfoque dice mucho de la habilidad y buen sentido del presidente de la AEB. La se gunda diferencia significativa es que en su análisis del pasado año exponía que «... en mi opinión, el clamor de los empresarios no se dirige, prioritariamente, contra el coste del crédito, sino más bien contra la escasez del mismo»; en el trabajo de este año admite que "los usuarios del mismo, sobre todo los que no pertenecen a sectores privilegiados, consideran que, al nivel actual, el crédito bancario es demasiado caro". Este reconocimiento de la realidad se debe -supongo- a las reiteradas protestas de los empresarios, que apuntan al coste del crédito como uno de los factores básicos que han afectado a sus cuentas de resultados.
El margen de intermediación
El presidente de la AEB destaca: «... el margen financiero, que desde 1975 hasta 1978 había venido subiendo, en 1979 ha descendido, aunque sólo sea cinco centésimas de punto, invirtiendo la tendencia. La explicación es obvia: la participación de los productos de servicios y otros resultados ha aumentado, pasando del 0,30% en 1978 al 0,54% en 1979». En definitiva, el margen financiero (diferencia entre productos y costes financieros) se reduce y se incrementa el margen de explotación que incorpora al anterior el producto de los servicios. Todo esto merece una matización cuidadosa desde la perspectiva contable y económica.
En cuanto al aspecto contable, las conclusiones del presidente se obtienen de comparar cifras que no son totalmente homogéneas, puesto que entre 1978 y 1979 se ha producido un cambio en los criterios de contabilización aplicados, anotándose en 1979 cantidades en la rúbrica de servicios que en 1978 figuraban en producto de empleos. En el trabajo del Banco de España sobre los resultados de las entidades de crédito en. 1979 (Boletín Económico. Abril 1980), al comentar la misma información contable que utiliza el presidente de la AEB se especifica: «... en el caso de la banca, la clarificación contable de. las comisiones por cobro de efectos cedidos puede haber desplazado algunos ingresos netos del concepto de productos financieros al de productos de servicios, un fenómeno que dificulta las comparaciones». El presidente de la AEB no hace la menor alusión al tema.
En lo que se refiere a los aspectos económicos, es fundamental que se tenga en cuenta que el, incremento de los ingresos por servicios no corresponde a la prestación de nuevos servicios, sino al cobro de los existentes. Esto quiere decir que la banca está cobrando ahora por servicios que antes prestaba sin re muneración; como estos servicios están asociados a operaciones activas y pasivas, en el caso del pasivo se traducen en una menor percepción efectiva de los ahorradores, y en el caso de operaciones activas, en un coste efectivo mayor, que de forma muy especial afecta a las operaciones de descuento. En síntesis, si se siguiera la misma normativa contable de los ingresos que se aplicaba en 1974, donde no aparecían productos de servicios, aunque se prestaban, el margen financiero habría subido en 1979 respecto a 1978. Lo que es importante señalar es que se ha cambiado la imputación contable de los ingresos; no discuto que esto sea más justo o conveniente, lo que intento aclarar es que en las comparaciones con el pasado no pueden emitirse juicios sobre la remuneración efectiva al ahorro, sobre el coste efectivo de los créditos ni sobre la eficacia económica de la banca en base al margen financiero, sino en base al margen de explotación, y éste se ha incrementado en 1979 respecto a 1978. Dicho de otra forma, desde una perspectiva global, el coste de la actividad bancaria para el sistema económico ha aumentado.El coste del crédito bancario
El presidente de la AEB señala que el coste del crédito libre en 1979 ha experimentado «sólo» un aumento de 1,24 puntos, pasando del 14,48% en 1978 al 15,72% en 1979. En línea con el punto anterior, es preciso aclarar que el coste efectivo para el empresario ha crecido más. El empresario. con lo que se encuentra es que se le abona menos que antes por las remesas que presenta al descuento, debido no sólo a la subida del tipo de interés aplicado, sino al alza de las comisiones. Quiere esto decir que tanto el nivel del tipo de interés efectivo de las operaciones libres que refleja el análisis del presidente como la diferencia respecto a 1978, están infravalorados, aunque no disponga de los datos suficientes (sería necesario un desglose de la cuenta de productos de servicios y de lo que ha supuesto el cambio de criterios contables) para cuantificar ambas cifras.
Un argumento fundamental que reitera el presidente de la AEB para explicar el alto nivel del coste del crédito son las presiones inflacionistas. Nos aclara que «si bien parece un contrasentido que mientras la inflación baja la remuneración del ahorro sube, lo cierto es que en la medida en que persisten las expectativas de mantenimiento de un alto nivel de inflación, la demanda de mayor retribución por parte de los ahorradores se hace más intensa y, sobre todo, más extensa. De ahí que si la inflación continuara reduciéndose, cabria esperar que se detuviera la carrera alcista en el coste del pasivo de la banca, que es la materia prima para la concesión de créditos». Esta argumentación supone que si las expectativas inflacionistas se moderan aún más, los ahorradores serán comprensivos y se conformarán con una menor retribución. La cuestión es un poco más compleja; los requerimientos de los ahorradores se cumplirán o no, dependiendo de sus posibilidades de presión, y éstas, a su vez, están en función del grado de competencia en la captación de recursos en el sistema crediticio, de las oportunidades alternativas que brinden otros activos y de la: elasticidad de la demanda de crédito respecto al coste. Si la demanda de fondos prestables para un determinado nivel de actividad es relativamente
El coste del crédito y los beneficios de la banca
rígida respecto al precio, la remuneración del ahorro estará fijada, fundamentalmente, por el nivel de competencia interna para canalizar recursos de los intermediarios financieros. En mi opinión, dado el nivel de competencia que existe para captar los recursos de ahorro, parece difícil que la reducción de unos puntos más en la tasa de inflación se tradujera en una disminución significativa del coste de los recursos ajenos para la banca. Esta interpretación me parece más ajustada a la realidad que la apelación a la persistencia de las expectativas inflacionistas, para tratar de explicar un contrasentido que no es tal. Lo que ha sucedido en nuestro país en los últimos años es que se han dado condiciones objetivas para que los lógicos requerimientos de mayor remuneración por parte de los ahorradores pudieran hacerse realidad en el sistema bancario. Estas condiciones eran -y son- la mayor rentabilidad de opciones alternativas y la fuerte competencia por parte de la banca para canalizar recursos y tratar de hacer rentables los nuevos establecimientos. La acentuación de la competencia descansaba, en último término, en la esperanza de que estos mayores costes pudieran repercutirse a los utilizadores del crédito bancario.Las dotaciones para el saneamiento de activo
Es preciso distinguir dos rúbricas: la correspondiente al saneamiento de activos crediticios (cobertura de fallidos y previsión para morosos) y la correspondiente a la regularización de las minusvalías de la cartera de valores.
En cuanto a la primera, no dispongo de elementos de juicio para pronunciarme sobre la adecuación de la cifra en conjunto; se observa, sin embargo, cómo las grandes entidades han incrementado en los últimos años las previsiones de fallidos a un ritmo mucho mayor que el aumento real de los mismos y cómo la mayoría de los grandes bancos airean que las dotaciones para morosos van por delante de la normativa dispuesta por el Banco de España, que imagino se planteó desde una óptica conservadora. A pesar de estas observaciones, en cualquier caso, la justeza de las dotaciones dependerá, fundamentalmente, de la evolución futura de la economía española.
Otra cuestión bastante diferente son las dotaciones destinadas a cubrir minusvalías en la cartera de valores. En nuestro país tenemos, de hecho, una banca mixta que puede realizar inversiones en una determinada medida, es decir, puede asumir los riesgos de una participación accionarla. Sin embargo, los quebrantos propios de las inversiones asumidas son trasladados a la actividad comercial. Contrasta, por otra parte, la actitud de cobertura inmediata de las minusvalías con cargo a la cuenta de resultados con el destino dado a las plusvalías en la regularización de activos que pasan a incrementar los capitales propios.
Los coeficientes de inversión obligatoria
La existencia del crédito privilegiado es el punto central de los ataques del presidente de la AEB y le corresponde ser el villano de la trama, por cuanto que su permanencia y aumento da lugar a un encarecimiento de los recursos libremente asignados. Su conclusión al respecto es tajante: el crédito privilegiado es el culpable no sólo del alto nivel del coste del crédito, sino de su incremento, y la supresión o rentabilización de este crédito privilegiado es el único camino viable para reducir el coste de los recursos para el empresario. El tema requiere una meditación detenida y algunas puntualizaciones que, en mi opinión, son muy importantes.
En primer término, la cuestión se plantea como si el crédito privilegiado lo recibieran exclusivamente los «otros», pero esto no es así. También la banca se beneficia del crédito privilegiado. El presidente de la AEB sabe muy bien que el Banco de España está concediendo crédito a bajo coste en relación al precio de mercado, a bancos con problemas para que puedan superarlos. No parece, pues, muy coherente culpar de todos los males al crédito privilegiado y beneficiarse al mismo tiempo del mismo.
En segundo lugar, el presidente de la AEB señala que: «A consecuencia del mayor peso de la inversión obligatoria, el peso de los fondos empleados en inversiones libres -valores y créditos- ha ido disminuyendo, ya que del 61 % en 1977 pasa a algo más del 58% en 1979. Como es evidente, esta evolución no discurre en favor del abaratamiento del crédito, sino todo lo contrario». Este párrafo es una muestra acabada de la extraordinaria habilidad del presidente de la AEB en el manejo de los datos numéricos y de las conclusiones que de los mismos obtiene. Examinemos la cuestión con detalle. Utilizando sus mismas cifras (cuadros 2 y 3 de su informe), la inversión libre pasa del 60,90% en 1977 al 58,30 en 1979. La diferencia es de 2,60 puntos y se explica por un aumento de los depósitos obligatorios en el Banco de España de 1, 13, una reducción de la inversión obligatoria de 0,38, un incremento de 0, 16 en la tesorería, 0,47 correspondientes a entidades de crédito y ahorro y 1,22 puntos al incremento de inmobilizado y otros empleos no rentables. En resumen, de los 2,60 puntos, sólo 0,75 pueden imputarse a la reducción de las operaciones libres de activo por decisión de la Administración y la mayor partida que explica la disminución de estas operaciones libres son el incremento del inmovilizado y otros empleos no rentables que nada tienen que ver con la normativa de la Administración, sino que se deben a decisiones de la propia banca.
Por último, entiendo que merecen una matización cuidadosa las propuestas del presidente de la AEB en orden a conseguir el abaratamiento del crédito. En su opinión, la reducción del coste del crédito sólo puede conseguirse con la supresión o rentabilización a precios de mercado de los coeficientes de inversión obligatoria, complementándose estos mayores ingresos con un aumento de los procedentes de la prestación de servicios bancarios. El presidente de la AEB sabe perfectamente que la situación de la economía española imposibilita esa supresión o rentabilización, al menos a corto plazo, sin provocar una acentuación de la crisis en sectores fundamentales; sabe también que la insuficiencia fiscal no permite la alternativa compensatoria por vía presupuestaria, y es perfectamente consciente de que otras instituciones del sistema crediticio están soportando un mayor peso que la banca privada en cuanto a las inversiones obligatorias.
Los beneficios de la banca
El presidente de la AEB indica que el beneficio de la banca en conjunto en relación a los «empleos medios se ha deteriorado, aunque ligeramente, pasando del 0,852%, en 1978, al 0,848 %,en 1979». Aclara que esta rentabilidad es superior a la de algunos países, pero, al ser más alta en el nuestro la relación entre recursos propios y totales, debido al coeficiente legal de garantía (relación entre recursos propios y acreedores) se explica que en algunos países con una rentabilidad inferior de los recursos totales sea, sin embargo, superior la correspondiente a los activos propios.
En primer lugar. llama la atención el grado de exactitud que emplea en el manejo de una rúbrica tan elástica como el beneficio (llega a las milésimas); uno no puede por menos que recordar al economista español que aconsejaba no medir leña en balanza de precisión. En segundo término, los datos de rentabilidad hay que situarlos en su entorno; la realidad es que, pese a todo, la rentabilidad de los recursos propios de la banca española es equiparable a nivel internacional, y está muy por encima de la de nuestras empresas industriales, cosa que no ocurre en otros países. Por último, el presidente alude al coeficiente legal de garantía. Estoy de acuerdo en que su nivel es muy superior al existente en otros países y, además, en mi opinión, habría que reducirlo, como de hecho se está haciendo, medida que pienso está en línea con lo deseado por la banca; ahora bien: quisiera recordar que el coeficiente de garantía se establece en 1974 en el 8%, pero en años anteriores (desde 1966) se supera en varias ocasiones ese nivel; se trataba entonces de incrementar fuertemente los capitales por motivos especulativos.
Más adelante haré alguna referencia adicional a los beneficios, pero, en mi opinión, el tema del margen de intermediación es tan serio que los beneficios pasan a un segundo plano. De lo que se trata ya, no es de que la banca gane en todas las coyunturas -que lo hace-, ni que sea el más rentable de los sectores -que lo es-; todo esto era garantizado por la posición de la banca en el sistema como distribuidor de un recurso escaso insistentemente demandado; de lo que se trata es que sigue consiguiéndolo con unos niveles de coste innecesariamente altos, y que éstos los están soportando con dificultad creciente los sectores productivos.
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