Crispación en la junta del Banco Industrial del Mediterránéo
En un ambiente de gran crispación se celebró ayer en Barcelona la junta general ordinaria del Banco Industrial del Mediterráneo (BIM). A pesar de que la gestión del Consejo de Administración fue aprobada, numerosos accionistas -sobre un total de trescientos asistentes- tomaron la palabra para formular duras críticas a la gestión, que se llegó a calificar de «caótica». En líneas generales se acusó al consejo de las graves pérdidas habidas. Uno de los accionistas dio la cifra de trescientos millones de pesetas. Otros acusaron de engañar a los accionistas, de responsabilidad en la suspensión de la cotización en Bolsa y de haber dado una información de la gestión insuficiente, ya que en ningún momento se había citado en el informe al Banco de Asturias, al Banco de Navarra y al alcance de la intervención de Banca Catalana en el BIM.Por su parte, la mesa adoptó una postura autoritaria. A la hora de votar la mesa pidió a los accionistas que aquéllos que lo quisieran hacer en contra tomasen el micrófono y diesen su nombre y su número de acciones que poseían, lo que frenó a más de un accionista que durante la asamblea había aplaudido las acusaciones e incluso silbado al consejo.
En el momento de cerrar estas páginas, el presidente del Consejo de Administración, Antonio Forrellad comenzaba su discurso aclarando que lo iba a hacer «aunque silben mucho». Otras de las más generalizadas protestas fue por realizarse la asamblea en catalán con traducción simultánea en castellano, produciéndose intervenciones fuertemente anticatalanistas por parte de los accionistas, la gran mayoría de ellos, castellanohablantes.
Asimismo, la mayoría de los accionistas se pronunciaron reacios al nombramiento de Manuel Castella, representante del BIC y de Banca Catalana, corno miembro del Consejo de Administración.
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