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García Remón, decisivo para que el Real Madrid alcanzase la final de Copa

Ninguno de los dos equipos mereció pasar a la final. Ninguno de los dos estuvo a la altura del Castilla. El Madrid logró clasificarse tras la prórroga y en las series de penalties gracias al disparo final de García Remón. El árbitro, señor Ramos Marcos, tampoco hizo méritos para dirigir un encuentro de este fuste. Desconozco si pertenece a la ANAFE o si es fiel a Plaza, pero indudablemente no es un árbitro de Primera. Al encuentro le sobraron los noventa minutos primeros. Con haberse jugado la prórroga hubiera bastado. El tiempo suplementario fue lo más brillante y lo más emotivo. Aunque también, como en el resto del encuentro, hubo fallos garrafales, lo cierto es que las jugadas de gol se produjeron en la media hora de prórroga. En la segunda parte de ésta, García Remón detuvo un penalti a Dirceu.El Atlético salió al Bernabéu sin delantera, pero con ansias de gol. El hecho de que se quedara sólo Rubio por delante no supuso otra facilidad para el Madrid que el tener dos hombres libres, Benito y Pirri.

Marcel Domingo se volvió a equivocar al colocar a Dirceu en una media punta que no le va. Marcado primero por Ángel y después por Pérez García, no pudo desenvolverse a gusto. Quique, que es un buen defensa, también estuvo desplazado al quedar colocado en la media. Ruiz, perseguidor de Stielike por todo el campo, fue quien mejor cumplió con su misión. Arteche no dejó entrar en acción a Santillana y, pese a algún fallo espectacular, realizó su misión satisfactoriamente. Capón y Marcelino quedaron dedicados, como auténticos laterales, a Juanito y Cunningham, incluso en los momentos en que éstos intercambiaban sus bandas. El férreo marcaje de los laterales atléticos imposibilitó el ataque por las alas. Capón, no obstante, tuvo un descuido importante, que fue lo que valió el gol del Madrid, al permitir que Juanito rematara de cabeza a placer. Estas posiciones estrictas en el marcaje produjeron un juego anodino durante la mayor parte del encuentro, salvo en los minutos finales, en los que el empate produjo en el Atlético una reacción briosa. El amontonamiento de hombres en el centro del campo restó cualquier posibilidad al buen fútbol.

El fútbol de ambos contendientes estuvo basado más en los desaciertos que en lo contrario. En la segunda mitad se acentuaron los errores y llegaron a ser tan espectaculares que provocaron hilaridad en los espectadores y algunos gritos de «¡Castilla, Castilla!», sobre todo tras el empate. Madrid y Atlético fueron en los noventa minutos reglamentarios dos conjuntos inofensivos. Jugadas de auténtico peligro de gol no hubo más allá de tres por cada banco, incluidos los goles.

En la prórroga el Atlético se desmelenó y se mostró más entero que el Real Madrid, pese a perder a Pereira en el minuto cuatro. También el Madrid prácticamente perdió a Pirri, por lesión, pero sus jugadores acusaron más el esfuerzo realizado. Los momentos de mayor emoción del encuentro se produjeron en dos jugadas que pudieron haber sido decisivas y, por tanto, evitado los penalties. En una de ellas, Cunningham disparó fortísimo de cerca, pero Navarro realizó una gran parada. García Remón respondió con idéntica precisión al mejor tiro a gol producido por el Atlético.

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