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El ejercicio del Banco Zaragozano reafirma su orientación conservadora

Por primera vez en sus setenta años de historia, el Banco Zaragozano ha decidido romper la habitual discreción que suele rodear a sus juntas de accionistas y ha hecho una amplia convocatoria a los medios de información a la hora de presentar los resultados del pasado ejercicio

El Banco Zaragozano es un banco de tamaño medio, como lo señalan los 71.268 millones de pesetas que alcanza su pasivo, ocupa una cuota de mercado del 1,87% y tiene el número dieciocho del ranking bancario, sin vinculaciones definidas con ningún otro grupo bancario nacional, las mayores participaciones corresponden al Central a través del Banco de Fomento y Banesto, pero sin que sus participaciones alcancen el 5 % del capital del banco.Es un banco de talante eminentemente conservador, como lo indican las palabras de su presidente, Moisés Calvo, recogidas en la memoria de 1978: «Nuestra principal norma de actuación y nuestro primer activo son la prudencia y la seguridad», como lo confirma además su política de inversiones.

Precisamente el presidente se refirió a la vocación de independencia de la entidad y a su compromiso con Aragón y los aragoneses, reconociendo ser un bastión aislado dentro de la región y, por tanto, tener un compromiso histórico moral. «Aunque sea arañando con las uñas», dijo, «el Banco Zaragozano mantendrá su aragonesismo conmigo o con mis sucesores.»

Fue el consejero delegado, José Bermejo, quien definió el banco como nacional, comercial, mediano e independiente, señalando que únicamente manteniendo estas características podrá mantener la entidad una personalidad propia, en un momento de conmoción dentro del sistema financiero español en el que la proximidad de la incorporación a las Comunidades Europeas está llevando a unos fuertes procesos de concentración bancaria. «La dimensión tiene siempre un límite determinado, y la única solución para las entidades del tipo del Banco Zaragozano está en la especialización bancaria.» La regionalización de la banca o su especialización son, a juicio de José Bermejo, la salida idónea a los problemas planteados a la pequeña y mediana banca.

No faltaron por parte del presidente palabras de reconocimiento para los empleados y para los accionistas. Estos últimos habían aumentado su número a lo largo del ejercicio en un 17%, llegando a los 25.000 tras la última ampliación de capital.

Ya en el capítulo de las cifras, hay que destacar que el beneficio correspondiente al ejercicio de 1979 alcanzó los 708 millones de pesetas, con un incremento del 20% en relación a los resultados del año anterior, y ello a pesar de haber incrementado las dotaciones a los fondos de previsión, y amortizaciones.

Las cuentas de pasivo, esto es el volumen de sus depósitos, se incrementaron en un 26,83%, bastante por encima de la media del sector, y observaron lo que va a ser clásico en el ejercicio de todos: un importante desplazamiento hacia las imposiciones a plazo, con el consiguiente encarecimiento de los recursos.

Donde lógicamente se pone más de manifiesto la vocación extremadamente conservadora y comercial del banco es en el capítulo inversiones. Esos 27.500 millones de pesetas invertidos a corto plazo, un 52,04% de los casi 53.000 millones de inversión total, el que la cartera de efectos comerciales represente casi un 70% de su inversión, o el que dentro de su cartera de valores (estimada en algo más de 10.000 millones de pesetas) el 88% esté materializado en fondos públicos, dan una idea de que la definición de la estrategia del banco apuntada por el presidente se lleva casi a extremos límites.

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