Nunca
había volado sobre los Alpes suizos un rústico planeador manual, y jamás, por supuesto, se había pensado que nadie inten tara la proeza. Un aviador bien dispuesto, el suizo Marco Broggi, de cuarenta años, se propuso la hazaña y la cumplió, un poco lentamente, con éxito. En su liviano aparato, propulsado por un minúsculo motor y ayudado de las manos, con las que luego haría la señal de la victorias el señor Broggi tardó dos horas y, cuarenta minutos en cubrir la distancia que separa la localidad norteña de Altford, a 440 metros sobre el nivel del mar, de la sureña de Ambri-Piotta, en Suiza, después de cruzar Gotthard, un puerto que se halla 2.109 metros de altura sobre el nivel del mar.
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