Doce jugadores y el presidente del Milan, encarcelados
En la tarde del domingo todos los diarios informativos de la radio y la televisión se interrumpieron para dar la noticia bomba: los furgones blindados de la policía de la Guardia de Finanzas habían entrado en seis campos de fútbol, al final del partido, para poner las esposas a doce jugadores de Primera y Segunda División y al presidente del Milán: Felice Colombo. Los trece imputados, acusados de «estafa agravada» en el asunto de las quinielas clandestinas, sobre las que había ya informado ampliamente EL PAIS, fueron trasladados inmediatamente a la cárcel Regina Coeli, de Roma, y puestos en celdas de aislamiento.
Los jugadores son: Manfredonia, Wilson, Giordano y Cacciatori, del equipo Lazio della Martira, y Zecchini, del Peruggia; Albertosi y Giorgio Morini, del Milán; Guido Magherini, del Palermo; Stéfano Pellegrini, del Avellino; Sergio Girardi, del Génova, y Claudio Merlo, del Lecce.Al mismo tiempo recibieron órdenes de comparecencia judicial Varlaschelli y Viola, del Lazio, y el farnosísimo Paolo Rossi, del Peruggia.
Las imputaciones hechas por los jueces a los trece encarcelados prevén una pena de seis meses a cuatro años de cárcel, y en el caso de estafa agravada y «continuada», hasta de doce años.
Un diario de deportes titulaba ayer, a toda página: «i Qué vergüenza!» A muchos de losjugadores que acabaron ayer en la cárcel de Roma no les fue posible ni saludar a los familiares, ya que jugando fuera de casa se les trasladó directamente a la capital. El diario filocomunista de Roma Paese Sera, que fue quien el 16 de enero levantó la liebre de las quinielas clandestinas, creando pánico y escándalo en el mundo del fútbol y de la opinión pública, reveló ayer en primera página las declaraciones de uno que acababa de ganar el domingo cinco millones de liras jugando una de estas quinielas clandestinas y asegurando que el partido Catanzaro-Bolonia estaba «apañado» y que él lo sabía, y por eso habla jugado y ganado tanto. Las primeras reacciones de los hinchas a esta operación de los jueces, que se temía, pero que se intentaba siempre remover corno una pesadilla, han sido de desilusión, pero al mismo tiempo de serena condena: «Si es verdad que han engañado, les ha caído bien.» «No se debe en.suciar por un millón de pesetas quien gana cientos al año.» Y lo que piden todos es que la justicia actúe rápidamente para que se aclaren las cosas y sean castigados los verdaderos culpables y liberados los posibles inocentes.
En su editorial, Corriere della Sera, el primer diario de Italia, afirma con una cierta amargura: «Aún ayer escribíamos que el país es más sano de lo que se pueda creer contradiciendo a Flaiano, que afirmaba que lo mejor había y ya pasado. Hoy, con dolor, tenemos que escribir que el buen país espera días mejores.»
Las escenas en los campos de fútbol donde entraron el domingo los agentes, con las esposas para los jugadores son fácilmente imaginables: jugadores que lloraban, aficionados que gritaban: «Corrompidos. Ladrones.» A algunos jugadores los carabinieris les esperaron pacientemente, con las esposas en la mano, a que salieran de la ducha.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.