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La reestructuración de la siderurgia integral española hará posible su competitividad internacional

El saneamiento inmediato de las estructuras financieras de Altos Hornos de Vizcaya, Ensidesa y Altos Hornos del Mediterráneo, las tres siderúrgicas integrales españolas, y un proceso de inversiones encaminado a equilibrar sus actuales esquemas productivos y sustituir las instalaciones en avanzado estado de obsolescencia permitirán alcanzar un óptimo grado de competitividad internacional a los aceros españoles, según se desprende de un informe-diagnástico elaborado conjuntamente por la Administración, las centrales sindicales y las propias empresas. La conclusión esencial del informe es situar a la siderurgia integral española en una zona intermedia en el contexto mundial, con sus problemas esenciales localizados en estructura financiera, costes de personal y obsolescencia de algunas instalaciones.

El diagnóstico de la siderurgia integral española, elaborado por los expertos del Ministerio de Industria y Energía, en colaboración con las centrales sindicales UGT, Comisiones Obreras y ELA-STV, y los directivos de las tres empresas y del INI (Instituto Nacional de Industria), constituye la primera parte del plan de reestructuración del sector, iniciado en 1977. Otros dos documentos, referidos a las actuaciones a corto y medio plazo, se encuentran ya elaborados a nivel de borrador de trabajo y se espera comiencen a ser discutidos en las próximas semanas. Durante 1979, las ayudas estatales a la siderurgia integral española han rebasado (en todos sus conceptos) los 4.500 millones de pesetas. Las pérdidas acumuladas en ese mismo año por las tres sociedades se estiman en 23.071 millones de pesetas; Altos Hornos de Vizcaya (7.793 millones), Ensidesa (8.000) y Altos Hornos del Mediterráneo (7.278). Estas dos últimas sociedades pertenecen al Grupo INI y en ambas el Instituto participa mayoritariamente. El capital de la siderurgia vasca se encuentra repartido entre los Bancos Vizcaya, Bilbao y Urquijo y gran número de pequeños accionistas.El informe-diagnóstico elaborado sitúa el arranque de la crisis de la siderurgia integral española en el contexto de la depresión mundial. Depresión derivada de un retraimiento de la demanda en los mercados mundiales, un incremento de la capacidad de producción y el alza generalizada de todos los costes productivos, con especial mención de los derivados del personal y la energía. Consecuencia de todo ello ha sido la sucesiva acumulación de pérdidas, origen a su vez de la progresiva descapitalización de las empresas, un creciente endeudamiento y, finalmente, un notable crecimiento de sus cargas financieras. En el caso español es de destacar la agudización de dos de esos factores: aumento de los costes de personal (triplicados en el período 1974-1979) acelerado deterioro de su estructura financiera, derivado en gran medida de su desfavorable situación al inicio de la crisis y en relación con sus directos competidores internacionales.

Tomando como referencia el conjunto de países que integran la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero, de la que surgió la actual CEE), la demanda total de acero se redujo de 121 a 108 millones de toneladas por año (12%) entre 1974 y 1978. Paralelamente a esa caída en el consumo del área europea, la capacidad de producción continuó aumentando desde los 183 millones de toneladas anuales de 1974 hasta los 209 millones de toneladas del año 1978 (14%). Las nueve principales empresas siderúrgicas de la CECA (61% del total) produjeron en 1977 alrededor de 74,5 millones de toneladas, totalizando unas pérdidas agregadas de más de 200.000 millones de pesetas, correspondientes a una facturación global de 1,95 billones de pesetas. En el año 1974, sus resultados habían sido de 65.000 millones de pesetas de beneficios, en una facturación de 1,34 billones de pesetas.

El informe estima que, como consecuencia de la evolución de todos estos factores, se ha hecho inevitable una intervención de apoyo por parte del Estado a las empresas, encaminada especialmente a paliar sus desequilibrios financieros y reducir sus costes de producción, tanto por la vía de reestructuración de las plantillas (dato no mencionado explícitamente en el informe) como favoreciendo los procesos de inversión necesarios para mejorar su rendimiento económico.

Situación económica

Para evaluar la situación económica de las siderurgias integrales españolas, el informe introduce el concepto de la generación bruta de fondos (GBF) variable resultante del excedente generado por la diferencia entre los ingresos y los costes totales de explotación de la actividad productiva de las empresas. Este capítulo suele estar destinado a atender las necesidades de amortización, pago de las cargas financieras derivadas del endeudamiento contraído, pago de dividendos al capital propio y provisión de recursos para autofinanciar los programas de inversión de las empresas.La cifra señalada como adecuada para el GBF de una siderúrgica integral en buenas condiciones oscila entre el 17% de su facturación para las empresas con alta capacidad de autofinanciación (americanas) y el 20% para las de inferior grado (caso europeo). En orden a la observación de los datos que conforman esta magnitud, pueden agruparse los países en tres sectores: un primer grupo con un porcentaje superior al 14% (Japón e Italia); un segundo, entre el 6% y el 12% (EEUU, RF de Alemania, CECA y España), y un tercero, inferior al 3% (Francia, Reino Unido, Bélgica y Luxemburgo). Los valores de GBF para las dos principales empresas españolas -Altos Hornos de Vizcaya (AHV) y Ensidesa- han evolucionado favorablemente en 1979. consolidando su posición intermedia en el conjunto de países examinados. El caso de la tercera empresa. Altos Hornos del Mediterráneo (AHM). es considerado especial por las peculiares características de la empresa. En los años anteriores, la GBF de las dos empresas españolas se había deteriorado como consecuencia del desajuste entre los incrementos de los costes totales (88%) y de la facturación (67%) entre los años 1974 y 1979. Ese desfase es consecuencia sobre todo de que en el indicado período los costes de personal se hayan triplicado en ambas empresas, mientras que los restantes componentes (materias primas y servicios) evolucionaban a ritmos relativamente similares a los avances de la facturación.

El nivel global de empleo en el sector siderúrgico integral español se estima en 44.018 personas en 1979, frente a las 44.362 del año 1975. La distribución por empresas es actualmente: AHV (12.949), incluyendo la plantilla de Laminaciones de Lesaca; Ensidesa (26.054) y AHM (5.015). La composición de las respectivas plantillas apenas ha variado en el período indicado, manteniendo una proporción aproximada del 67 % de operarlos sobre el total del empleo, mientras las siderurgias europeas más competitivas sitúan esta magnitud por encima del 70% en la mayoría de los casos.

La estabilidad en el empleo ha ido acompañada -dice el informe- de un relativo estancamiento en la productividad, medida en t/persona, estimada en 190 t/persona en Ensidesa, y sólo 165 t/persona en AHV. Estos valores apenas cubren el 82% de la media de las empresas del área de la CECA, si se incluye el dato de AHM; prescindiendo de la productividad de la planta de Sagunto (Valencia), la media española alcanza las 180 t/persona, cifra más cercana a la calculada para el conjunto europeo. Si se contemplan indicadores más significativos a nivel económico, tales como la facturación por persona o el componente de valor añadido por trabajador, la siderurgia española se encuentra también sensiblemente rezagada con respecto al resto del mundo. En facturación por persona. España se sitúa en 3,9 millones de pesetas por persona (73 % media CECA), y en valor añadido en 1,3 millones de pesetas por persona (69% CECA), medidos todos los datos en 1978. En el contexto europeo, sólo Gran Bretaña muestra una situación más deteriorada que la española.

La remuneración media de los trabajadores de la siderurgia española (1.1 millones de pesetas anuales) supera las de Inglaterra e Italia y se aproxima sensiblemente a la medida de la CECA (1,3 millones). El crecimiento de los salarios del sector, en el conjunto europeo, fue del 20% entre 1972 y 1978, mientras que en España aumentaba en un 55% en el mismo período.

La estructura financiera de las empresas españolas muestra un cierto desfase de la de sus más directos competidores, tanto en origen como a raíz del retraso con que se han comenzado a esbozar las medidas de saneamiento. En general, las amortizaciones de las empresas siderúrgicas han venido realizándose en unos niveles consecuentes con el grado de capitalización y la antigüedad de las instalaciones. No ocurre lo mismo con las cargas financieras, cuya relación con la facturación varía sensiblemente desde Estados Unidos (1,6%) a España (14,6%), pasando por el caso italiano (18,8%). En Francia y Bélgica-Luxemburgo, estos porcentajes se han rebajado sensiblemente como consecuencia de las medidas anticrisis y ayudas financieras de los respectivos Gobiernos. Las cargas financieras soportadas por las empresas españolas fueron en 1979: AHC, 8.374 millones; Ensidesa, 14,193 millones, y AHM, 3.712 millones. El endeudamiento global de la siderurgia integral española se aproxima a los 190.000 millones de pesetas a medio plazo.

La estructura industrial de las tres empresas siderúrgicas integrales españolas es calificada de escasamente equilibrada por los autores del informe. Todas ellas presentan importantes cuellos de botella en sus procesos de producción de acero y/o acabados, y cuentan con instalaciones en actual o inmediato estado de obsolescencia.

Ensidesa abarca en su estructura productiva una excesiva gama de productos diferenciados. El porcentaje de producción de productos largos (38%) es considerado excesivo frente a los planos (62%). Sus instalaciones son, en general, bastante competitivas, pero algunas de ellas se encuentran en avanzado estado de obsolescencia: máquinas de sintetizar 1 y 2 de Avilés; acerías Siemens de Avilés; tren de chapa gruesa de M ¡eres; tren de perfiles de La Felguera, y tren de chapa gruesa de La Felguera. Esta empresa tiene actualmente en marcha la ampliación del tren frío de Avilés, la producción de la línea de hojalata en esta misma planta y la instalación avanzada de un tren de alambrón en Veriña.

Altos Hornos de Vizcaya posee una estructura más equilibrada entre productos largos ( 14%) y planos (86%), aunque su mayor deficiencia radica en un acusado déficit de producción de acero para abastecer su capacidad transformadora; sólo un 60% de ésta puede cubrirse con producción propia. La competitividad de sus instalaciones es equiparable a la media europea.

Altos Hornos de Vizcaya posee terráneo presenta un gravísimo desequilibrio productivo, derivado de la falta de un tren de bandas en caliente que abastezca su modernísimo tren de laminación en frío (uno de los mejores del mundo). Su planta integral ha dejado de ser competitiva, ya que todas sus instalaciones, con excepción de una colada continua, se encuentran en avanzado estado de obsolescencia.

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