Hilda Meyri de Figueiredo,
brasileña de diecinueve años, huérfana desde que tenía dos meses, vivía en la indigencia en el estado de Mato Grosso hasta que hace unos días supo que su tío era Joào Baptista de Figueiredo, jefe de Estado de Brasil. El presidente brasileño también desconocía la existencia de una sobrina suya en tan dramáticas circunstancias. Hilda vivía de la caridad de un matrimonio, cuyos componentes no ganan al mes más de 4.000 pesetas. Hilda Meyri de Figueiredo, hija del capitán Carlos de Figueiredo, hermano de Joào Baptista, se quedó huérfana tras la muerte de sus padres, en accidente automovilístico y fue recogida por parientes de su madre. Por esa razón, sus tíos paternos nunca supieron de la suerte corrida por Hilda. Esta estuvo sin empleo durante los últimos seis meses, no pudo hacerse una operación quirúrgica de riñón por falta de recursos económicos y gana menos de lo que desde el pasado 1 de noviembre está establecido como salario mínimo para auxiliares de oficina en la secretaría de Sanidad del Estado.
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