Fue todo lo contrario a un atraco convencional.
Cuando el empleado de una sucursal bancaria de la localidad norteamericana de Lakewood (Colorado) se vio encañonado por el arma de un hombre de mediana edad esperaba el reglamentario: «La bolsa o la vida». Sin embargo, el atracador, sin despegar los labios, le intimó a escuchar lo grabado en un magnetófono. Allí se especificaba que el empleado debía recoger una maleta de un coche estacionado en el aparcamiento del banco y llenarla de dinero. ¡El asaltante era sordomudo! Pero el criminal, aunque sea minusválido, ya se sabe, nunca gana. Y Michael McMeehen, 41 años, acabó en el hospital después de que le estallase en las manos una bomba incendiaria y de recibir en el hombro el disparo de la policía que, alentada por el empleado del banco, le esperaba a la salida del establecimiento.
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