España defraudó ante Yugoslavia
, España tendrá que ir a Chipre a ganar su pase para la fase final de la Eurocopa de Naciones. El Valencia probablemente verá clausurado su campo, pero sólo para partidos de la selección española. El árbitro escocés señor McGinlay hizo saber al delegado de campo que tomaba buena nota de los dos botes lanzados por dos estúpidos espectadores. Posteriormente y ante el lanzamiento de unos objetos que fueron a parar al juez de línea de la general amenazó con suspender el encuentro. Quiere esto decir que la UEFA, que ya había advertido de cierre al campo de Mestalla, quizá en su próxima reunión tome la decisión de clausurarlo por algún partido.La derrota de España ante Yugoslavia es la primera que se produce en campo propio desde que Kubala es seleccionador.
España está en la situación a que nos tiene habituados Kubala. Tiene que ganar en el último partido el derecho a jugar la fase final europea ante el débil equipo chipriota. Pero ello supone tener que recurrir por fuerza a ganar un encuentro que teóricamente estaba destinado a ser un viaje turístico.
La selección de Kubala volvió a defraudar. No porque careciera de ánimo, que lo tuvo en todo momento, pero sí por el juego realizado. Miljanic le ganó la partida estratégica a Kubala. Migueli se dedicó a seguir a Susic, que trató de apartarle del centro de la defensa, en donde afortunadamente el bilbaíno Alesanco estuvo afortunado e inspirado en todo momento. Para marcar a Surjak, un hombre con talla de pivot de baloncesto, dedicó Kubala a San José, que en ningún momento pudo con él. La defensa española quedó trastrocada porque Migueli tuvo que correr hacia el lateral derecho y San José estuvo deambulando durante toda la primera mitad por el centro del terreno. Uría, desafortunado siempre, colaboró a poner en más apuros de los esperados la meta española. El gol conseguido por Surjak antes de que se cumplieran los cinco minutos contribuyó a poner un mayor desorden en el equipo español. A partir del tanto todo se quiso hacer por las bravas. Salvo algunos momentos en los que Alesanco y Migueli desbarataron brillantemente los contraataques yugoslavos, puede decirse que el acierto de los jugadores españoles era bien escaso. Dani, un hombre hábil, se empeñaba en hacer lo más difícil; Quini, bien vigilado por Primorac, no encontraba la manera de situarse ante el remate feliz, y Heredia, falto de apoyo las más de las veces, era incapaz de penetrar por la espesa maraña colocada por Miljanic frente al espectacular portero Pantelic, que les ganaba las acciones a los delanteros españoles en cada uno de los balones bombeados con que se intentaba lograr el gol.
Fallaba el equipo español el juego por las alas y todo se circunscribía a colgar pelotas. En el segundo tiempo, cuando Santillana sustituyó a Quini, los jugadores españoles trataron de hacer un juego menos aéreo, cuando la realidad fue que los momentos de mayor apuro para Pantelic fueron aquellos en los que Heredia, desde la banza izquierda, templó el balón para que Santillana rematara.
El equipo español sigue sin contar con un patrón de juego definitivo. Todo se basa en el trotar constante de Asensi, en la inspiración momentánea de Del Bosque para abrir el juego hacia el hombre mejor colocado. Pero eso es bien poca cosa, ya que a la hora de la verdad faltan hombres capaces de redondear la acción ofensiva. Kubala ha insistido en la alineación de Uría, que sobre todo en el primer tiempo estuvo de auténtica pena. Insistió una vez más el seleccionador nacional en colocar a Villar en el centro del terreno, pero en la presente ocasión no para vigilar al hombre más peligroso, como se suponía, sino para perseguir a Sestic, que estuvo en la zona anodina la mayor parte del tiempo. Dani, Santillana y Heredia fallaron algunas ocasiones de gol por falta de serenidad.
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