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Kubala, diez años de mítico seleccionador

Ladislao Kubala cumplirá el próximo día 15 su primera década como seleccionador nacional. Mañana, en Valencia, si logra vencer a Yugoslavia, habrá cubierto su segundo compromiso importante, de los cuatro que ha tenido en diez años. Una vez se quedó España fuera del Mundial, y otra nos dejaron en la cuneta europea. Kubala, como se ve, cumple, aunque a medias. Si mañana se logra el pase a la fase final de la Eurocopa, Kubala tendrá avanzado un buen trecho para la renovación del contrato que le permita estar en el banquillo durante el Mundial español.

GARCÍA CANDAULadislao Kubala se apuntó a la selección con un partido contra Finlandia, en La Línea de la Concepción, en aquella tarde en que, además de seis goles a los infelices finlandeses -que poco antes nos habían llenado de vergüenza, dicho en el mejor de los lenguajes de la época-, la tele nos enseñó una y otra vez el Peñón de Gibraltar. En tre gol y gol, lo del Peñón servía para comenzar la mitificación de Kubala.Como llevábamos muchos años viviendo a costa del «a mí el pelotón Sabino, que los arrollo» y el «hemos vencido a la pérfida Albión», Kubala trajo una innovación importante: el jugador número doce. En Sevilla, con Lora en el equipo, se lo tomaron en serio, y béticos y sevillistas trasladaron el echar humo de las palmas de la Maestranza -a Curro Romero, se entiende- al Sánchez Pizjuán, y a partir de ahí, para no ser menos, cada ciudad organizadora de partido internacional rivaliza en lo de las palmas. Pero eso sí, con la gracia del ritmo de sevillanas sólo en el Sánchez Pizjuán.

El número doce llegó a tener atisbos de americanización, sólo que, en lugar de sacar a los terrenos de juego macizas rubias como en Estados Unidos, se recurrió a Diamante Rubio que es un curioso pícaro del mundo taurino al que vestían con calzón corto y le dejaban salir al centro del terreno a mover de un lado para otro la bandera nacional. Diamante Rubio, que vivía en verano de calentar al personal a favor de los toreros, tuvo su buena época invernal cuando España estuvo a punto de clasificarse para el Mundial de Alemania.

A la selección nacional de fútbol no le queda otro enardecedor de masas que Ladislao Kubala, un rubio de Hungría, aunque sin versos de Alberti. Kubala pasó muy malos ratos después de lo del Mundial de Argentina. Y es que el público en general no supo apreciar su buena disposición a adecuarse a los tiempos que corren. Contra Suecia, en el último encuentro, Kubala hizo un equipo de izquierdas. Y, naturalmente, se le censuró tanto zurdo en el equipo.

Kubala ha ganado sesenta partidos y ha perdido ocho. Fue justamente Yugoslavia la que nos privó del Mundial germano. Al adversario tradicional de los últimos año vuelve a dirigirle Miljan Miljanic: un viejo conocido que había anunciado un equipo experimental y ha acabado por traerse a sus clásicos Miljanic vendría encantado otra vez al Real Madrid o a cualquier otro equipo. Para recuperar e prestigio perdido necesita aguarl la fiesta a Kubala.

Cincuenta mil banderitas repartirán en la puerta de Mestalla. E señor Monleón, que preside la Federación Regional, quiere gana más puntos ante Porta. Lo que no está claro todavía es si de nuevo si ha contratado a Diamante Rubio esta vez nos van a poner majorettes.

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