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El Atlético de Madrid no pudo romper el férreo cerrojo del Málaga

El Atlético no logró complacer a su clientela en la primera oportunidad que ha tenido de demostrar que el punto positivo arrancado en Burgos suponía el comienzo de su recuperación. De nuevo un Atlético absolutamente romo en la concepción del juego y en la finalización de los ataques ha sido incapaz de derrotar a un conjunto cuyos mayores méritos fueron defender arduamente su área y buscar en ocasiones muy aisladas el contragolpe. El Málaga se limitó prácticamente a ejercer un notable cerrojo durante todo el encuentro.El Atlético luchó en el primer tiempo con más ahínco que en anteriores ocasiones, pero mostró constantemente sus grandes fallos. El Atlético carece de un centro de campo capaz de intuir la realización de la jugada que posibilite la entrada en el área enemiga del delantero mejor situado. El centro del campo atlético es además poco eficaz a la hora del marcaje, y tanto Guzmán como Quique no se distinguen precisamente por entregar el balón templado y al hueco.

El Atlético ha perdido también el ataque, en el que solamente tiene la voluntad de Rubén Cano, a quien sus compañeros, con su juego, obligan a entrar por el centro de la defensa, que es donde menos posibilidades tiene de lograr un remate feliz. Rubio ha perdido la inspiración y Marcos es un jovencito al que le quedan por delante demasiadas horas de vuelo como para ser en el momento presente el extremo que necesita el Atlético.

El Málaga estableció una barrera defensiva bien apoyada por sus centrocampistas y con un hombre, el veterano Migueli, que a sus 37 años todavía es capaz de apoyar incluso el ataque. El Málaga resultó un conjunto más apañado de lo que se suponía. La incorporación de Cantarutti le ha dado a la parcela creativa una importante figura. No ofrece las mismas garantías, en cambio, Nieto, cuya torpeza en algunas ocasiones hace pensar que es un oriundo auténtico. Quiero decir que no posee la calidad habitual en los jugadores argentinos. Fue una sorpresa la actitud de Megido, que luchó como no se le recuerda desde hace años. Megido y Orozco, lanzados por Cantarutti y hasta por Martín, se convirtieron en auténticas pesadillas para la defensa rojiblanca.

El fútbol realizado por ambos conjuntos fue, de cualquier manera, más que mediocre, hasta el extremo de que hasta el minuto veinte del segundo tiempo los guardametas habían limitado su labor a una parada por parte de Aguinaga y a un despeje de puños por parte de Corral. En el último cuarto de hora, con un Atlético que intentó resolver lo que no había podido hacer con anterioridad casi por las bravas se produjeron las únicas ocasiones de auténtico peligro. La jugada en que Marcos cayó en el área y el remate de cabeza de Bermejo que salió fuera fueron los dos últimos cartuchos desaprovechados por el Atlético. El Málaga, por medio de Migueli y de Nieto, perdió también dos buenas ocasiones.

Probablemente ninguno de los dos conjuntos mereció el triunfo. Si el Atlético quizá ganó por puntos, como en el boxeo, por aquello de que apretó más insistentemente que su adversario, la realidad es que lo hizo muy embarulladamente. El Atlético no tiene un esquema de juego que le permita ganar un encuentro con tranquilidad. Pero no lo posee seguramente porque sus jugadores son incapaces de estar a la altura de lo que un club de esta categoría merece. El Atlético se ha quedado con una plantilla realmente floja. Hay jugadores que son esperanza, pero naturalmente no están cuajados todavía y, por tanto, solamente podrían ser útiles jugando esporádicamente y no como titulares. Hay otros a los que parece que les ha llegado la hora de la jubilación.

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