La italiana Sara Simeoni intentó el récord mundial de salto de altura
Los VIII Juegos Mediterráneos alcanzaron ayer tarde su cota máxima de calidad durante los diez minutos en que la italiana Sara Simeoni intentó en vano por tres veces superar su propio récord del mundo de salto de altura. Tras realizar 1,98 al segundo intento, segunda mejor marca mundial del año, pudo pasar los 2,02 en sus dos primeras tentativas, lo que hubiese supuesto la mejora de un centímetro en su plusmarca de 1978. La actuación española mejoró también respecto a días anteriores, especialmente por parte de Rodríguez de la Infanta, en triple salto.
Fue una lástima que Sara Simeoni, a causa de un cansancio muscular, no tuviese ayer la fuerza necesaria para unirla a su perfecta técnica del fossbury. Sólo realizó los saltos precisos para llegar al nivel de su récord: 1,75, 1,81, 1,84, 1,90 -al quedarse ya sola en competición-, 1,95 -todos al primer intento- y 1,98, al segundo. Pidió entonces los 2,02, y en los dos primeros saltos le faltó más batida para pasar las caderas. En el tercero falló claramente con los hombros. De todas formas, con el 1,98 logró la segunda mejor marca del año, tras los 1,99 de la recuperada alemana democrática Rose Marie Ackerman, su gran rival de estilo rodillo, y a la que le arrebató el récord mundial de dos metros, que poseía desde 1977. La italiana sólo había hecho este año 1,95, en la pasada Copa del Mundo de Montreal, con lo que empataba en el ranking con la soviética Goloborodko, pero aún tenía por delante el 1,96 de la canadiense Debbie Brill, veterana inventora del salto de espaldas en 1968, aunque la fama y el nombre se deben al campeón olímpico Fossbury, primer atleta -que triunfó con este estilo.La otra prueba que subió el nivel atlético y salvó las nuevas series y finales raquíticas, como en 200 masculinos y 400 femeninos (ésta con sólo cuatro atletas) fue el triple. El francés de color Lamitie se fue en el primer intento hasta los 16,90 -su mejor marca es sólo cuatro centímetros más-, y los dos yugoslavos Srejovic y Spasejevic acabaron en 16,55, por delante del otro negro galo, Valetudie, 16,50. El español Rodríguez de la Infanta, contagiado quizá de un tono muy bueno, por encima siempre de los dieciséis metros, superó por tres veces su mejor marca personal, 16,14, conseguida en la pasada Universiada de México. Obtuvo 16, 16, 16,18 y, finalmente, en el último intento, 16,35. De la Infanta, antes de México, había hecho este año 16,04, primera vez que pasaba de los dieciséis metros. La mínima para Moscú es de 16,45. Con los 16,71 de Cid, también en México, existe una buena pareja hispana de triple. Lo de menos fue su sexta plaza, pues estuvo muy bien, a sólo dos centímetros del italiano Mazzucato, 16,94 en México, y es lo único exigible, no la medalla, que siempre depende de los rivales. Heras, por ejemplo, con sólo 21-76, y casi dos metros de viento favorable, pasó a la final de 200 metros. Rosa Ochandiano, en cambio, como Colomán Trabado, fueron cuarta y quinto, respectivamente, en las finales de 800, quedando la primera a sólo tres décimas de su mejor marca -2-07-2, contra 2-06-9-, y superando el segundo por tres la suya -1-47-4, contra 1-47-7-. Unicamente les faltó fuerza en la última recta, donde ganaron con facilidad la italiana Dorio y el yugoslavo Zivotic.
Plata en hockey
España, pese a ganar en el último partido, por 4-1, a Yugoslavia con toda claridad, sólo pudo llegar a la medalla de plata, pues el oro se lo llevaron precisamente los anfitriones. Por España, que cometió anteriormente los errores de perder con Egipto y empatar con Italia, mientras los yugoslavos sólo perdían el encuentro de ayer, marcaron Juan Amat, Padrós, Pellón y Chaves.Otra plata, pero esperada, será la de balonmano femenino, tras la lógica victoria de ayer en Trogir sobre Italia, por 20-10-8-4 en el descanso-.
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