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El SLMM ratifica su boicot al tráfico de armas con Chile, Argentina, Uruguay y Suráfrica

Con algunas diferencias importantes de criterio, que han originado incluso la dimisión del secretario de formación sindical, Joaquín Rodrigo, terminó en La Coruña el II Congreso del Sindicato Libre de la Marina Mercante (SLMM). Los temas más importantes que se han tratado son los que reforman un total de diecinueve artículos de los estatutos. La modificación fundamental se refiere al cambio de la anterior coordinadora estatal por un comité de la misma naturaleza. Fueron elegidos para ello sesenta miembros que representan a la estructura de tierra del sindicato y a los afiliados embarcados en la proporción de dos a uno favorable a los últimos.Otro punto importante se refiere al acuerdo de dejar la elegibilidad para cargos directivos condicionada solamente al hecho de estar o haber estado embarcado o de ser miembro del sindicato por encontrarse relacionado laboralmente con la marina mercante. Anteriormente se querían dos años de embarque para tener derecho a la electividad.

Otra conclusión del congreso ratifica el boicot de los marinos mercantes al tráfico y a la exportación de armas a los países que no respeten los derechos humanos y se citan los casos concretos de Chile, Argentina, Uruguay y Suráfrica. Por el contrario, se acordó apoyar, con ayuda técnica si fuera necesario, el desarrollo de la marina mercante de Nicaragua. Se sabe, a este respecto, que podrían ser varios los profesionales españoles que estarían dispuestos a marchar a este país para trabajar allí desinteresadamente.

Algunos puntos de la reforma estatutaria produjeron sensible descontento en parte de los 160 delegados que asistieron al congreso. Se argumentó, a veces, que alguien estaba tratando de limitar el sindicalismo asambleario del SLMM y que cabía incluso el peligro de que se viera inclinado hacia el supuesto control de algún partido político como podría ser el PCE. Concretamente, esta parece ser la razón que hizo dimitir a Joaquín Rodrigo. También provocó la indignación parcial al congreso el acuerdo de promulgar la amnistía interna, que permite al reintegración en el sindicato de los cuatros afiliados que habían sido expulsados anteriormente.

Uno de los argumentos que más se manejaron para dotar al SLMM de una nueva organización coherente fue la existencia supuesta del peligro de desaparición que pesaba sobre él. También por esto se subió la cuota de 250 a trescientas pesetas. «Queremos ser un sindicato organizado», declararon los miembros de las distintas secretarías, «para luchar contra el capitalismo naviero.»

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