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Los árbitros y sus dirigentes están divididos

Los árbitros y sus directivos están divididos; no se entienden. La primera asamblea general que los árbitros españoles han llevado a cabo, puso claramente de manifiesto las diferencias existentes entre los colegiados y sus dirigentes. Las diferencias se concretan en dos temas: las normas de ascensos y descensos y las de designación del colegiado para cada partido. Se trata, de hecho, de los dos asuntos que únicamente interesan a los árbitros.Los árbitros, en su asamblea general, y a través de su representación colegial nacional, pretenden la elaboración de unos criterios objetivos y concretos para los ascensos y descensos y las designaciones. Los árbitros no quieren intervenir directamente en la decisión de estos asuntos; tampoco controlarlos. Los árbitros lo que desean es que sus representantes -elegidos directamente por ellos entre ex compañeros- controlen esos dos temas. Este control se realizaría a través de las comisiones delegadas del Comité Nacional de Arbitros; de Capacitación, Disciplina y Méritos, y de Información, Calificación y Clasificación.

Las funciones de estas comisiones delegadas no se han elaborado hasta un año después de que se decidiera que el Comité Nacional de Arbitros se encargara de ello, según el artículo 14 del Reglamento de la Organización Arbitral, artículo que se ha hecho famoso por las divergencias suscitadas entre lo que pretenden los colegiados y sus dirigentes. El Comité Nacional de Arbitros elaboró unas normas que dejan la situación como está ahora. El Comité Nacional de Arbitros seguirá, decidiendo las normas para ascensos y descensos y también para designar los árbitros de cada partido.

La mayoría de los árbitros que asistieron a su asamblea general han manifestado su desacuerdo con su presidente, José Plaza, que fue elegido para dicho cargo al ser candidato único. No hubo necesidad de votaciones y su mandato será de cuatro años. Plaza, por tanto, no puede abandonar su cargo si él no dimite o lo cesan. Cesarle no es tan fácil. Es posible que se le pueda proporcionar un voto de censura. De todos modos, si se llega a producir el voto de censura a Plaza, la situación de éste sería sumamente difícil, porque le llevaría a dimitir o a desempeñar su cargo sin la confianza de los árbitros.

La situación también es difícil para los árbitros. Diferentes problemas sin resolver serán estudiados próximamente en diversas comisiones de trabajo. Se trata, más bien, de una táctica dilatoria premeditada. Es posible que no haya consenso. Entonces se convocaría una asamblea extraordinaria para los primeros días de septiembre. El futuro de las propuestas que se presenten en toda asamblea es fácil de predecir, si se tiene en cuenta la distribución de los votos de los dos bandos. Los dirigentes suman, por tanto, igual número de votos que los árbitros, con la particularidad de que, en caso de empate, decide el voto del presidente del Comité Nacional. Los dirigentes, por tanto, seguirán ejerciendo el poder de decisión. El reglamento de la organización arbitral apenas tiene influencia.

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