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El fútbol se nacionaliza hasta septiembre

El fútbol de clubs, como en los viejos tiempos, vuelve a acaparar la actualidad deportiva en este país. No importa que las manifestaciones populares y de práctica personal saquen cada día más la cabeza de la incomprensión y el ostracismo en que estaban sumidas. Olvidada ya la selección hasta septiembre, el Spórting de Gijón-Real Madrid del próximo domingo se presenta ya con todos los alicientes de los grandes días. Sólo es distinto que en este encuentro importante para el título de Liga el protagonista asturiano sigue firme, en candelero y no es de los clásicos poderosos. Al menos en eso sí ha cambiado la mentalidad.

El Spórting sólo pudo empatar en Salamanca y se vio así alcanzado por el Madrid, discreto vencedor el sábado ante el descolorido Celta. Los gijoneses, sin embargo, alcanzaron a su vez en positivos al equipo blanco. La igualdad es casi total. El domingo, en el viejo Molinón de la capital de la Costa Verde, a partir de las cinco menos cuarto, sin televisión en directo, la tensión deI fenómeno fútbol subirá muchos voltios. El mejor ataque madridista (46-29) contra la mejor defensa rojiblanca (40-22), aunque tampoco eso diga demasiado. Si puede decir que el Spórting continúe una racha de suerte hasta hace bien poco reservada al Madrid. En Salamanca, sin ir más lejos, volvió a demostrarlo. Agotó antes del descanso el buen juego prodigado más durante la temporada que el Madrid, y tuvo la fortuna de su lado en la continuación. El título depende ahora de detalles así. Después de la jornada del domingo aún quedarán seis, y con enemigos difíciles -quizá más los del Spórting- para ambos rivales: visitas al Barcelona, Athlétic de Bilbao, Huelva y Hércules, por párte gijonesa, que recibirá sólo al Las Palmas, Burgos y Celta, y recepciones al Atlético de Madrid, Zaragoza, Rayo y Santander, por lo que respecta al Madrid, que viajará ante el Español, Real Sociedad y Sevilla. La emoción, pues, aún puede mantenerse bastante tiempo.En realidad, ese es el consuelo que le queda al maltrecho deporte nacional: meterse en casa y luchar dentro sin comparar su nivel con el extranjero. Precisamente en fútbol, la última imagen dada por la selección fue así de triste. Ante un Rumania, que no es nadie en el concierto intemacional, se empató pobremente. Si no se tuvo ambición para vencer a un rival tan débil, la hístoria en la fase final de la Eurocopa -para la que España, a pesar de todo, está fácilmente casi clasificada- puede ser una repetición del Mundial de Argentina. La selección es el tuerto en el país habitual de los ciegos rumanos y hasta yugoslavos, pero está claro que en nuestros dominios se pone el sol rápidamente, como ya se ha demostrado bastantes veces. Ante mayores empresas viene el fracaso. Ojalá esos partidos por mes que se prometen a partir de septiembre y la planificación -tardía, como siempre- a nivel de equipos nacionales inferiores -aunque se incluya la farsa olímpica- sea una realidad fructífera. Se tenía que organizar un Mundial para llegar a ello.

Porque los defectos en el campo general del deporte cuestan mucho trabajo limarlos. La falta de mentalización deportiva española es el mal básico sobre el que se han construido alienaciones futbolísticas fuera de todos los límites normales de un deporte profesional, y olvidos lamentables no sólo del resto de especialidades de competición, sino del fundamental, que es la propia práctica. Sólo poco a poco se empieza a caminar y ya importa más a muchos encontrar ese difícil tiempo para andar, correr o montar en bicicleta, que sentarse a ver deporte. Por eso, con las dificultades de este cambio de mentalidad y las administrativo-políticas, suenan ya raros, en un mundo del deporte que pide planificación a largo plazo, los rumores del cese de Benito Castejón. Sólo con él ha habído rayos de esperanza en el deporte español.

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