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Técnicos franceses estudian las posibilidades energéticas del carbón vegetal o biomasas

Los técnicos franceses, buscando nuevas fuentes de energía con las que solventar la crisis derivada de la escasez y coste del petróleo, han vuelto al carbón vegetal. Le han dado un nuevo nombre, «las biomasas», es decir, los equivalentes energéticos producidos a partir de la combustión de los residuos forestales, de la paja de los campos y de los gases (metano sobre todo) producidos por los despojos de los animales domésticos. Francia ha iniciado investigaciones sobre el tema y de los estudios hechos se calcula que para el año 2000 el aprovechamiento de estos residuos vegetales y animales producirá doce millones de «toneladas equivalente de petróleo» (TEP). Esta cifra representará para entonces la cobertura del 5 % de las necesidades energéticas. Ahora se producen en Francia por este método 1,8 millones de TEP y para 1985 se espera obtener nueve millones, la mitad suministrada por residuos madereros. Estamos en una época para aprovechar al máximo los productos susceptibles de producir carbón vegetal, pues se han utilizado demasiado los procedentes de la fosilización (carbón y petróleo). Se acabó ver la paja ardiendo en los campos tras la recolección de la cosecha, así como la quema de los rastrojos y la preparación de terrenos cultivables a base de quemar las matas. Los campesinos franceses despilfarran cada año, prendiéndoles fuego, dos millones y medio de toneladas de paja. Se tendrían así en las granjas, pequeñas comunidades campesinas y establecimientos agrícolas en general, la capacidad de autoabastecerse de energía aprovechando los propios desechos de su producción, principalmente en funciones de calefacción y de mantenimiento y conservación de los excedentes de alimentos. El abono animal, por otra parte, actualmente es oneroso y antieconómico, según estos estudios, y conviene mucho mejor utilizarlo para la producción de alcoholes industriales, disolventes e hidrocarburos ligeros, metano fundamentalmente. Para ello es necesario que los desechos de los animales domésticos se descompongan con una rapidez determinada mediante ciertas bacterias existentes «que pueden ser incrementadas artificialmente o, simplemente, plantadas» en los detritus, para lo que se realizan investigaciones desde 1976. Aunque en embrión ya existe un organismo oficial «el Consejo para la Bioenergía», destinado a coor dinar las actividades de este campo energético y que cuenta para este año (primero de funcionamiento) con dos millones de dólares de presupuesto.

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