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Reportaje:

El "dumping" es la amenaza constante de las ventas siderúrgicas al exterior

Fruto de un esfuerzo sin precedentes, la siderurgia española ha logrado incrementar en torno al 75% la exportación de los distintos productos que integran su gama durante 1978. Precisamente en unos momentos en los que la coyuntura mundial es escasamente favorable y los países occidentales refuerzan sus tácticas proteccionistas, los aceros españoles han conocido un importante auge vendedor, especialmente en los países de la Comunidad Económica Europea (CEE). Pero los cinco millones de toneladas exportados en el pasado año pueden quedar muy reducidos en este. Sobre el problemático presente y el no menos preocupante futuro de la siderurgia española escribe, en el cuarto capítulo de la serie .

De las dos partes diferenciadas en que se puede subdividir al sector siderúrgico -integral y no integral-, el primero es, sin duda, el que atraviesa por una fase más comprometida, aunque las expectatívas de futuro para los no integrales no sean excesivamente halagüeñas.En el país existen actualmente tres empresas dedicadas a la siderurgia integral. Una privada, Altos Hornos de Vizcaya, y dos estatales, Ensidesa y Altos Hornos del Mediterráneo, en principio privada y recientemente adquirida por el Instituto Nacional de Industria (INI). Las tres se encuentran afectadas por la problemática coyuntura mundial, pero presentan asimismo probleimas específicos.

Tras la euforia con que se inicio la década de los setenta en materia siderúrgica, la acentuada depresión del mercado a partir de la crisis de 1973, el inciremento de los costes de producción -entre ellos, el energético- y la evidencia de un exceso de capacidad instalada en el mundo provocaron un replanteamiento profundo de las siderurgias nacionales. A los productores tradicionales se habían unido en el mercado países como Brasil, Corea y, sobre todo, Japón, provocando un obligado repliegue de europeos y norteamericanos y la aplicación de medidas proteccionistas. La situación de siderurgias tan históricas como la francesa o la de Gran Bretaña frente a la japonesa, la más moderna del mundo, fue de inmediato de franca inferioridad. Así, el comisario de la, Comunidad Económica Europea, Davignon, elaboró un drástico plan de reconversión productíva y comercial de la siderurgia integral comunitaria, cuyos frutos están comenzando a dejarse sentir, unidos a los aportados por los planes emprendidos por cada unode los Gobiernos que en países como Francia tienen una gran contestación sindical. En todos los países, la decisión gubemamental ha sido la de desmantelar instalaciones obsoletas, reducir el empleo y reconvertir los esquemas productivos, junto al establecimiento de acuerdos de contención voluntaria de las exportaciones con los países más agresivos comercialmente.

En términos generales, la situación de la siderurgia española aparece como más favorable en lo que a instalaciones se refiere. La mayor parte del utillaje es moderno, de reciente implantación, sin que pueda hablarse de obsolescencias al estilo francés o inglés. Como reverso de la rnoneda, hay que contemplar que la inversión realizada es muy reciente,y que los costes financieros que gravan la marcha de la sociedad son tan importantes que comprometen la supervivencia misma de la empresa, como no medie el apoyo crediticio o de subvención del Estado. Ello, inscrito en el marco de la generalizada deficiencia de estructuras financieras que suele poseer la empresa española. De ahí que, a pesar de las buenas cifras exportadoras apuntadas durante 1978, las pérdidas de las tres empresas se aproximen a los 20.1000 millones de pesetas. Altos Hornos de Vizcaya (3.000), Ensidesa (11.000) y Altos Hornos del Mediterráneo, (5.000) cerraron sus balances con abundantes pérdidas, a pesar de haber logrado exportar casi el 50% de su producción total.

Altos Hornos de Vizcaya

De las tres, es la que parece poseer una estructura más saneada en lo financiero, es cabecera de grupo y su gama de productos incluye las variedades más sofisticadas y con mayor valor añadido. Fue hasta septiembre del pasado año el principal accionista de la siderurgia integral de Sagunto (AHM). Posee una planta integrada, aunque algunas de sus instalaciones están ya excesivamente obsoletas y deberán ser sustituidas a corto plazo.

Aunque su situación presente no sea demasiado mala, lo cierto es que AHV se enfrenta a corto y medio plazo con importantes problemas, debido especialmente al ritmo progresivamente creciente del volumen de pérdidas que arroja su actividad. Los pronósticos más extendidos prevén su nacionalización a corto plazo y hasta se asegura que la medida estuvo a punto de ser adoptada por el Gobierno, pero se desestimó la propuesta a última hora, a partir de la oposición del Consejo General Vasco, poco antes de las elecciones generales.

La empresa posee una importante red comercial, que estaba encargada de comercializar los productos de su filial AHM hasta la entrada como socio mayoritario del INI.

Ensidesa

La Empresa Nacional Siderúrgica (Ensidesa) constituye, junto a Hunosa, la base de la actividad industrial del Principado de Asturias desde hace varios años, por cuenta del sector público nacional. Su capital está suscrito mayoritariamente por el Instituto Nacional de Industria (INI), siendo su estructura financiera tan deficiente como la de la mayor parte de las empresas públicas españolas, lo que provoca que, a sus pérdidas derivadas directamente de la deficitaria actividad productiva, una las cargas financieras fijas que debe soportar.

Con la mayor capacidad de producción del sector español, Ensidesa posee unas instalaciones relativamente modernas, pero absolutamente descompensadas. Algunas de sus instalaciones, sin embargo, deberán ser clausuradas en breve, dado su elevado grado de obsolescencia. Sin embargo, Ensidesa se encuentra totalmente descompensada, con un exceso de capacidad de producción en cabeza y sucesivos cuellos de botella en su esquema productivo, a medida que se avanza hacia los productos planos, más sofisticados y con mayor valor añadido. Productos vetados a la sociedad estatal por los intereses privados encumbrados permanentemente en el Ministerio correspondiente durante varias décadas.

Su alternativa de futuro se perfila en torno a una mayor racionalización del aparato productivo, eliminando en lo posible los cuellos y la dispersión de centros y plantas. A medio plazo, parece inevitable su integración total con la planta de Sagunto, propiedad de Altos Hornos del Mediterráneo, a su vez adquirida recientemente por el INI.

Altos Hornos del Mediterráneo

La que debería haber sido la modélica IV Planta de la siderurgia española se comenzó a construir en Sagunto (Valencia) a principios de esta década; justo paralelamente al inicio de la crisis internacional y en pleno comienzo de recesión en toos los mercados. Pese a todo, el proyecto inicial sigue adelante, tras una compleja polémica respecto al emplazamiento, autorizado finalmente por Industria en la región valenciana. Tras muchos avatares, la IV Planta de Sagunto es simplemente la realidad de un tren de laminación en frío (el más moderno del mundo), situado junto a unos hornos de ya corta vida, incapaces de suministrar lo que el moderno tren precisa. Ello supone, en términos generales, producir constantemente con pérdidas.

La situación de AHM llegó a ser notablemente delicada, y tras varios intentos por que el Estado se hiciera cargo de ella a la vieja usanza, se alcanzó un acuerdo entre todos los accionistas y el Ministerio de Industria, por el que, mediante reducción del capital a cero y posterior ampliación, el INI entraba a suscribir el 34% de las acciones, para antes del 28 de febrero pasado hacerse con el total del accionariado de la sociedad, mediante abono de un precio simbólico y posterior dictamen de una auditoría independiente, que determine el valor real de la sociedad.

A corto plazo, y además de su previsible integración en los planes industriales de Ensidesa, la determinación que en Mayor medida afecta a la empresa es la de instalar o no en la IV Planta un tren caliente y colada continua de slabs, con vistas a intentar rentabilizar su producción. La duda estriba en el volumen de financiación requerido: no menos de 60.000 millones de pesetas, a precios actuales.

El control de precios

Una de las viejas aspiraciones del sector siderúrgico es alcanzar esa liberalización de precios que razones estratégicas impiden desbloquear. La no actualización de las tarifas siderúrgicas determina un incremento de las pérdidas y compromete incluso las posibilidades de exportación de los productos españoles.

Sobre la exportación de acero pesa constantemente la amenaza de procedimientos de investigación de posible dumping (prima a la exportación), al que España es especialmente sensible por su peculiar sistema fiscal, todavía en vigor, que oscurece notablemente el asunto de las desgravaciones a la exportación aplicadas por el Gobierno. En concreto, el nuevo criterio del GATT, de no computar como impuesto a cuenta los derivados de los costes de los productos energéticos, puede perjudicar notablemente a las empresas españolas, ya que el sistema de desgravación español aplica ese supuesto de usos energéticos.

Los no integrales

Para los no integrales la coyuntura no es mucho más favorable. Las continuas oscilaciones en el precio de la chatarra provocan un grado de incertidumbre muy notable, comprometiendo las posibilidades de producción en cualquier momento, especialmente en un país tan deficitario en chatarra como es España.

La Administración contempla la posibilidad de instalar una planta de prerreducidos en Huelva o Cádiz, cuya producción pudiera ser destinada a abaratar los costes de fabricación de los aceros en plantas no integrales. Esto se inscribiría en el contexto del plan siderúrgico nacional que, desde hace meses, está siendo, al parecer, elaborado por el Ministerio de Industria y Energía, abarcando a toda ia siderurgia, por primeravez en el país.

Con el análisis de un exportador atípico, el turismo, concluirá mañana esta serie.

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