Rencillas internas en el Rayo
La dimisión o cese, según las manifestaciones de cada cual, del tesorero del Rayo Vallecano, Antonio Plaza, ha vuelto a poner de manifiesto una vez más las rencillas interiores y exteriores que asolan al club rayista desde las pasadas elecciones, en las que salió elegido presidente Francisco Encinas, tras la dimisión escasamente justificada de la anterior junta, que presidía Marcelino Gil. Lamentablemente, desde entonces, y al margen de la gestión presidencial de Encinas, con errores y aciertos más numerosos aquéllos que éstos, la afición de Vallecas aparece dividida y con escasas posibilidades de unión.Entre acusaciones más o menos veladas y sibilinas por ambas partes han transcurrido las tensas relaciones Encinas- Marcelino. Este salió incluso a la palestra en la asamblea del club para intentar aclarar qué había sido de un millón de pesetas, se dijo entonces que perdido, por traspaso del ex jugador rayista González. Lo cierto es que Encinas siempre ha hablado de la «nefasta herencia dejada por sus antecesores», y esto también ha motivado la reacción visible y acaso posterior actuación en la sombra del propio Marcelino, bien de sus «nostálgicos», circunstancia que vuelve a ponerse de manifiesto otra vez cuando parece tomar cuerpo una reunión de la anterior junta directiva con parte de las peñas rayistas el próximo lunes. ¿Para tratar la actual y grave situación del Rayo? ¿Para unir o dividir a la ya suficientemente dividida afición vallecana?
Una cosa sí aparece clara: la situación económica y deportiva del Rayo se ha deteriorado considerablemente. Los 41 millones de déficit que se encontró el actual presidente se verán incrementados casi con toda seguridad a 75. Los aficionados no acuden al estadio como sería de desear, las taquillas son raquíticas y ello agrava aún más la negra situación. Las culpabilidades de esta evidente realidad acaso deban repartirse entre todos,. los que están dentro y los que permanecen fuera. Aunque todos «desean lo mejor para el club», hay situaciones flagrantes, que indican razonadamente lo contrario. Un ejemplo contundente se encuentra en las manifestaciones hechas por el tesorero dimitido, quien ha especificado que entregó su durísima carta de dimisión a un «sólo» diario deportivo antes que al propio club, porque no quería dar excesiva publicidad al tema (?).
Los ceses de un vocal de la actual junta, del delegado del equipo, Ruano -con motivaciones nuevamente en lo! celos de Encinas hacia la actitud quizá provocadora del viajero Marcelino, habitual acompañante en los desplazamientos del equipo-, del doctor Fernández Conde y ahora del tesorero no han hecho sino confirmar que el Rayo no es sólo el «equipo de los rumores» que señala Encinas y sí cobra negativa actualidad por hechos concretos.
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