El Torneo de Navidad
de baloncesto sigue corno una especie de «maná» deportivo en estas fiestas. Es inevitable pensar que el trofeo debe ser, muy rentable para los jugadores que intervienen en él, porque no es agradable pasar estos días fuera de casa. En esta ocasión fue más el ruido que las nueces y cuando se esperaba un gran torneo, la cosa ha quedado casi reducida a ese eterno choque emocionante desde hace tantos años entre el Madrid y el Juventud. El cartel era bueno, pero argentinos y checos no dieron el «juego» que de ellos se esperaba. Por un lado, acosa el rumor de que éste será el último. Por otro, aún se adora la idea de reunir a los que fueron campeones: Ignis, Simmenthal y North Carolina, con el anfitrión.
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