Graves incidentes en Las Margaritas
El Getafe sólo existió en el campo los quince minutos iniciales del partido, en los que desplegó un nivel aceptable. Se hundió, sin embargo, cuando el Málaga marcó su primer gol, de penalti justo, y a partir de ahí acumuló tal cantidad de desaciertos tácticos que, en la segunda parte, encajó dos goles más, como pudieron ser tres o cuatro. El Málaga le cazó siempre al contragolpe, y hombres veteranos como Macías, Migueli, Aráez, Búa pusieron en evidencia la nula condición fisicadel equipo getafense. Pepe Juan cumplió en su debut, y Cino defraudó por completo en el suyo. La historia del partido queda resumida así, aunque lamentablemente hay que reseñar otras historias al margen del mismo y con protagonistas nefastos.En primer lugar, resulta pueril que un directivo del Getafe se pase todo el partido dirigiéndose desde el palco a los informadores en estos términos: ««¡A ver qué dice la prensa, a ver si escribís loque está pasando! » Allí no pasaba nada, sólo que el árbitro había señalado un claro penalti, y que el Málaga se mostraba netamente superior, y pudo lograr un tanteo de escándalo. Al finalizar el partido, miembros de la Guardia Civil prohibieron la entrada a los informadores que intentamos acceder, como de costumbre, a la rueda informativa con los entrenadores. Alguien dio orden de que la prensa no pasara.
No queda ahí la cosa. Cuando el árbitro gallego resultó alcanzado en la pierna por un bote de cerveza -el público, casi en su totalidad, estuvo a la misma altura que el equipo-, al presidente del Getafe, Pablo Carrillo, sólo se le ocurrió comentar esto: «Lógico, se lo estaba ganando». Quedaba así, a su juicio, justificada la actitud de unos gamberros, y supongo que entonces justificaría de igual forma la agresión de que fue objeto por parte de otro hincha un fotógrafo del diario Marca. Por último, aún hay más, en un encontronazo involuntario, el veterano Miguel¡ quedó tendido en el suelo, sangrando visiblemente, mientras, desde el palco destinado a las autoridades, un asiduo al mismo -que tenemos que soportar domingo tras domingo porquepase lo que pase siempre se acuerda de la familia de los árbitros y de su honor- comentaba indignado: « ¡Sinvergüenza, levántate, que no es para tanto y estás perdiendo tiempo!» Desde aquí se le rogaría al pundonoroso Migueli que pida excusas a este «señor» por la desgracia de no haber tenido una hemorragia mucho mayor.
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