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El Madrid ganó cuando se decidió a atacar

En un partido duro, bronco y sin ninguna calidad, el Madrid venció al. Hércules -y sigue, por tanto, sin perder un solo encuentro de Ligaen Alicante. Los alicantinos lucharon y se entreparon al máximo a lo larqo de los noventa minutos, pero se encogieron demasiado, después de conseguir su gol, y al final no pudieron contener a un Madrid que tardó mucho en atacar abiertamente, ya que planteó el partido con unas precauciones ¡lógicas en un campeón. Pese a que éste no hizo ningún mérito para ganar, hay que considerar el resultado justo dadas las limitaciones que mostró el Hércules.Los madridistas, que tuvieron en la puerta a García Remón por indisposición a última hora de Miguel Angel, no hicieron, ni mucho menos, un buen encuentro y más bien pareció que iban en busca de un positivo con tan sólo Santillana vigilado por un Baena fallón, y Juanito a quien perseguía José Antonio en punta, ya que Jensen no se incorporó decididamente al ataque hasta mediada la segunda parte. Así, salvo un tiro de Juanito que se estrelló en el larguero tras jugada personal a los veinte minutos del comienzo, los blancos no crearon ninzuna situación de peligro hasta que como ya queda dicho se decidieron a atacar, iniciativa que a juzgar por los cambios que hizo Molowny surgió del banquillo. Tampoco el Hércules se mostró peligroso a la hora de atacar y su gol hay que atribuírselo a la codicia de Abad y a la fortuna

Tan sólo con el uno-dos se lanzó muy a última hora sobre la portería de García Remón, pero éste atajó en una gran parada la única ocasión de gol que se produjo.

La mayoría del tiempo se jugó en el centro del campo con imprecisión y sin ideas, con lentitud y sin ningun ritmo de juego. Amontonamiento de hombres de uno y otro equipo en la zona ancha, más con intención de destruir que de crear juego. En esto, los alicantinos se emplearon con excesiva dureza cortando cualquier asomo de ofensiva por parte blanca, aunque la verdad es que eran escarceos más bien tímidos.

El encuentro estaba más cerca del aburrimiento que de otra cosa y tan sólo el marcador y el tremendo afán de lucha del Hércules mantuvieron en tensión -que, a veces, se transformó en excesiva e intolerable pasión- a los espectadores.

La incorporación de Roberto y Aguilar más que para mejorar el juego del Madrid sirvió para dejar claro que el equipo de Molowny no puede salir al campo como lo hizo frente a un equipo sensiblemente inferior técnicamente. El Madrid de hoy tiene obligación de ganar al Hércules de hoy sin mayores complicaciones, cosa que hubiera ocurrido si desde el principio sale con el propósito de vencer y con la de'cisión y el planteamiento que una victoria requiere. Fue el Madrid el que, debido a esta superioridad, ganó sin jugar el partido que debió y fue el Hércules quien puso en apuros al actual campeón, a base de hacer lo único que podía: luchar, correr e intentar abortar cualquier intento atacante del rival. Ocurre que al conjunto alicantino no se le puede pedir más y al madridista sí.

El Hércules apoyó su planteamiento al fortalecer su defensa con el veterano Giuliano de cacique e intentar apoderarse del centro del campo con el buen quehacer de Saccardi y Lattuada y en tener a Charles como único incordio para la defensa blanca, ya que Macanás y Abad tardaban en incorporarse para apoyar a Charles, que incomprensiblemente fue sustituido por Movano.

Eso fue todo. Y este todo, repetimos, no es lógico que ponga en apuros a un Madrid que flojea mucho en la defensa, que está, pero no manda suficientemente en el centro del campo y que no puede pretender que Juanito y Santillana, solos, hagan milagros en el ataque.

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