El fútbol, único deporte que recusa árbitros
El árbitro es por definición la figura antipática del deporte. Alguien llegó a decir que «un mal necesario», quizá exagerando la idiosincrasia de los jueces. Parece que algo se ha mejorado en la defensa de los árbitros, que han pasado de ser zarandeados a no dejarse ni siquiera mirar por aquello de que llevan tarjetas en su bolsillo. Sin embargo, la figura del árbitro es muy distinta según el deporte de que se trate. Por ejemplo, en el único deporte donde pueden ser todavía recusados es en el fútbol, sin que el colegiado pueda apelar ni remediar esa situación. El máximo de la discriminación se produce ,quizá en el tenis, donde un jugador puede llegar a conseguir el cambio de un juez de línea por estimar que su vista es mejor que la del juez.
Lo del problema arbitral no deja de ser un problema social. Desde que no se inicia en el deporte escucha opiniones adversas de los árbitros a cuantos se mueven en ese mundo. Esto predispone a ver y a tratar al árbitro bajo un prisma distinto al resto de los deportistas, ignorando que es uno más.Los clubs, al buscar siempre sus intereses y tratar de justificarse ante sus socios y seguidores, pueden -en el caso del fútbol- recusar a los árbitros, cosa que hacen no porque sean buenos o malos, sino porque estiman que les perjudicaron al no ganar un partido. En una palabra, el árbitro es declarada persona no grata y no sólo no vuelve por el campo de dicho club, sino que no arbitra a ese equipo en ningún sitio.
Es evidente que hay campos, casi siempre los mismos, en los que los árbitros salen mal parados en el caso de que pierda el equipo de casa. Campos donde se producen insultos graves y agresiones a veces también graves. Los árbitros no tienen ninguna opción a recusar esos campos o esos clubs.
El baloncesto se resiste
Recientemente se ha celebrado la asamblea del baloncesto, primer deporte después del fútbol en el que los clubs pretendían poder recusar a los árbitros. Estos fueron tajantes y sentenciaron: «Si ellos recusan árbitros nosotros podremos recusar clubs.» La Federación tuvo que decir no a los clubs. Porque en baloncesto, como en balonmano, hay canchas en las que actuar de árbitro es realmente desagradable primero y peligroso después.Otro organismo que tiene que ver directamente con este problema es el Comité de Competición. Su «rasero» para imponer sanciones no está puesto al día. Sanciona con multas ridículas «por agresión de varios espectadores al árbitro una vez concluido el encuentro teniendo éste que ser trasladado a una clínica». En muchos casos esa sanción económica, relacionada con el dinero que se baraja hoy en el deporte, no es suficiente para escarmiento de los apasionados.
El enemigo moviola
Por si fuera poco a los árbitros les ha salido el enemigo número uno con la moviola. Salvo en el caso de Cardeñosa en el Mundial no es habitual ver repetido una y otra vez e incluso a cámara lenta cómo los jugadores fallan un gol, se lo dejan hacer o cómo los entrenadores se equivocan claramente de táctica. En cambio las jugadas conflictivas, sí. Se trata dje dejar al árbitro en evidencia por una decisión que tuvo que tomar en una décima de segundo mientras que sesudos ex árbitros, después de ver esa jugada muchas veces muy despacio y desde varios ángulos, emiten un juicio no siempre claro y concreto. Además tampoco suele haber unanimidad en sus juicios. Esto hace que los árbitros hayan perdido libertad para arbitrar pensando en esa moviola y que muchos jugadores y entrenadores busquen su «justificacíón» en ella.Una cosa es evidente y es que si esa moviola existiese en deportes como, por ejemplo, el baloncesto y el balonmano se llegaría a la fácil conclusión de que los árbitros dejan cientos de faltas sin pitar. En estos juegos la infracción no siempre cobra importancia ni está cerca del balón.
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