El Madrid, brillante campeón de Europa de baloncesto
El Real Madrid ganó su sexta Copa de Europa y rompió así el empate que mantenía en la cumbre de títulos dentro de la máxima com petición continental de clubs con el Mobilgirgi italiano. Su victoria fue muy merecida, pues jugó un magnífico partido en casi todo momento, salvo los diez últimos minutos de la primera parte. La defensa individual que practicó por todo el campo fue modélica, sobre todo en la segunda mitad, y los aciertos en el tiro superaron con creces la zona habitual y solitaria de un Mobilgirgi que incompren siblemente no la cambió nada más que cuando el partido estaba resuelto. Sólo Yelverton jugó a su gran altura, pero Morse y Menneghin se mostraron desconocidos. En el Madrid, Cabrera y Walter fueron claves en el triunfo. Nada más comenzar el partido, los sistemas tácticos se plantearon según lo esperado. El Madrid defendió al hombre y el Mobilgirgi con su tradicional zona dos-tres, que tantas veces se le ha atragantado al equipo blanco. La única variante esta vez fue que Lolo Sainz ordenó un pressing por todo el campo, aunque se tuvo que desgañitar para que después de cada canasta conseguida sus hombres, los dos bases, Corbalán y Cabrera, sobre todo, marcaran inmediatamente a sus rivales. Como hasta el minuto siete el Mobilgirgi no pudo jugar a gusto y el Madrid supo hacerlo con la lentitud necesaria, pero moviendo el balón mucho y con acierto en el tiro, no es extraño que la ventaja blanca llegara a ser hasta de diez puntos. Además, debajo de los aros los madridistas ganaron casi todos los rebotes ante un rival fallón en el tiro por las molestias del pressing.Los problemas, sin embargo, comenzaron para el Madrid cuando el negrito de los italianos inició su serie de aciertos ante un Brabender incapaz de parar sus suspensiones altísimas. Fue la salvación del Mobilgirgi cuando hasta Morse falló. Influyeron, además, dos malas suertes del Madrid bajo los aros para que el equipo se descontrolara y aparte de no coger ya Rullán ningún rebote, fallara incomprensiblemente en el tiro. Coughran tuvo que ser sustituido por Prada, que dio más tono al equipo y anuló igualmente a Morse, pero su entrada sólo sirvió, como la de Cabrera por Corbalán -cuando éste dejó de mover debidamente al equipo ante la zona rival-, para acortar la diferencia máxima de ocho puntos alcanzada por el Mobilgirgi (28-36), a los diecisiete minutos. Con Cabrera, Walter jugó increíblemente mejor, según es costumbre, y la racha de ambos fue formidable hasta dejar sólo el raquítico 40-41, en el descanso.
La segunda parte fue entera de color blanco. En ciertos momentos, con acierto pleno en el tiro -salvo Prada- el Madrid arrolló a su rival. Su defensa se agigantó aún más y hasta el dificilísimo Yelverton, único destacado de su equipo, fue controlado por Brabender. El recital de Cabrera y Walter, hasta que éste se marchó por las cinco personales, fue aún superior. Sainz tuvo a su «preferido» Corbalán a punto de salir, pero tuvo que desistir ante el gran juego del canario. A los seis minutos de esta parte final el desconocido Mobilgirgi sólo había marcado cuatro puntos. Sólo cambiaría su defensa de zona por la individual cuando ya lo tenía todo perdido. La marcha de Walter, a falta casi de diez minutos, pudo ser decisiva, pero el Madrid, que ganaba en ese momento por siete puntos (56-49), llegó a tener hasta doce de ventaja. El 75-67 final fue corto para los merecimientos blancos ante un Mobilgirgi que -salvando las distancias- nos pudo recordar al Barcelona futbolístico del miércoles.
El Madrid, en dos días, ha subido a las cumbres victoriosas humillando a dos rivales que se arrastraron.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.