El fútbol "modesto" es el más rentable
El presupuesto anual del Barcelona supera los seiscientos millones de pesetas; el del Rayo Vallecano no llega a los cien. El Barcelona es una sociedad sostenida por 70.000 socios; los del Rayo no llegan a los 8.000. Detrás del Barcelona está la banca; detrás del Rayo, a lo sumo, un industrial panadero. Ser presidente del Barça es en la Ciudad Condal un orgullo, un puesto de mando predominante y hasta un poder político difícil de calibrar. Ser presidente del Rayo no ha servido, hasta la fecha, para otra cosa que un modesto puesto en el anterior régimen. El domingo, en el Camp Nou, el representante del fútbol «modesto», el equipo de Felines, le empató al conjunto «rico» del supermillonario Cruyff. En semanas precedentes derrotó a Sevilla, Betis, Athletic de Bilbao, Real Madrid y Valencia.
El Rayo Vallecano es club modesto, pero simpático. Esta era la definición que había sobre el conjunto de la barriada madrileña. Sobre el pobre, sobre el que no incordia suele haber frases cariñosas. De seguir la racha actual de matagigantes, de fulminador y de rayo que no cesa, pronto comenzará a tener calificativos peyorativos. Por ahora se salva hasta de las declaraciones de algunos entrenadores. El propio Michels, el domingo, manifestó que el punto no se lo había arrebatado al Barcelona el árbitro sino el Rayo. Las manifestaciones de Michels son casi una novedad, porque en contadas ocasiones, un entrenador, tras la anulación de dos goles a su equipo es capaz de reconocer méritos al adversario.El público del Camp Nou recibió con aplausos al Rayo, porque pese a ser de Madrid no puede ser considerado un club centralista. De alguna manera el Rayo también es periférico. El conjunto vallecano representa al fútbol obrerista de Primera División. No es ni siquiera el tercer equipo de Madrid, sino el de Vallecas, lo que es un matiz comprensible sin necesidad de hilar fino.
Los jugadores del Rayo, aunque tan profesionales como los demás, son, sin embargo, hombres acostumbrados al segundo plano y de ahí que se sometan a la disciplina de una preparación física poco habitual en el fútbol español. Por lo demostrado hasta el momento parecen los mejor dotados de fuerzas. Y el secreto está en que el entrenador, Héctor Núñez, es de los que creen en los preparadores de educación fisica. Carlos Alvarez del Villar, con suma maestría, ha conseguido que el Rayo disponga de hombres capaces de correr tanto en el segundo tiempo como en el primero.
El Barcelona, que tiene la obligación de ganar la Liga, como todos aquellos clubs que realizan grandes dispendios para poseer plantillas de relumbrón, ha perdido tres puntos en casa y dos de ellos justamente frente al Madrid, que ha de ser su mayor enemigo al triunfo final. El domingo tenía necesidad de ganar para no despegarse demasiado de la cabeza de la tabla y tuvo que confonnarse con el empate. El Rayo, qué no ha perdido en casa con ninguno de los grandes, ni siquiera fue abatido en el Camp Nou.
La gran novedad del domingo se produjo en el campo del Betis. Hasta ahora había quedado como sentencia singular aquella frase de Helenio Herrera de que con diez jugadores se funciona mejor que con once. En Sevilla están convencidos ya de que sin entrenador el Valencia es capaz de puntuar fuera de casa. No se sabe si la directiva valencianista va a poner en práctica continua la exclusión de Marcel Domingo del banquillo, pero a lo mejor hay alguien que empieza a meditar tal posibilidad.
Marcel Domingo es incapaz de pasar inadvertido. Le gustan los primeros planos, el protagonismo. En Sevilla se encontró. con un árbitro que no leconsintió un pelo y tuvo que abandonar su puesto de mando. Sin Marcel Domingo en el banquillo el Valencia logró el eni pate. Gracias a Kempes, todo hay que decirlo, que se ha convertido en el verdugo de los porteros en los golpes francós.
De cuando en cuando los futbolistas proporcionan deprimentes espectáculos con salidas de madre contra contrarios o adversarios, pero tales actitudes suelen tener la disculpa de que los nervios les im piden razonar. Lo que no admite disculpa de ningún tipo es que un entrenador pierdalos estribos en el banquillo. Marcel Domingo es aficionado a sembrar vientos y de ahí que con cierta frecuencia recoja tempestades. Por si faltara algo, técnicamente no puede presentar un balance positivo, puesto que tras la inversión de un puñado de millones en jugadores que él mis mo recomendó, el Valencia no ha ce mejor papel que el que haría con Manolo Mestre de entrenador.
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