Amparo Pineda: "Hablar las cuatro lenguas del Estado es una opción política"

Amparo Pineda, 33 años, miembro del Comité Central del Movimiento Comunista, del Comité Nacional del Movimento Comunista de Catalunya y representante de este partido en la Asamblea de Cataluña hasta que feneció, desgraciadamente».Nacida en Hernani, de familia materna vasca y paterna mezcla de catalanes de Viella y castellanos de Burgos. Vive en Euskadi hasta 1963, «en un ambiente familiar antifranquista por parte de madre». Pasa su infancia yendo por los caseríos con su abuelo, que es curandero «y levantó los votos para el Frente Popular en el 36», y ayuda a su madre, que tiene una carnicería...

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Amparo Pineda, 33 años, miembro del Comité Central del Movimiento Comunista, del Comité Nacional del Movimento Comunista de Catalunya y representante de este partido en la Asamblea de Cataluña hasta que feneció, desgraciadamente».Nacida en Hernani, de familia materna vasca y paterna mezcla de catalanes de Viella y castellanos de Burgos. Vive en Euskadi hasta 1963, «en un ambiente familiar antifranquista por parte de madre». Pasa su infancia yendo por los caseríos con su abuelo, que es curandero «y levantó los votos para el Frente Popular en el 36», y ayuda a su madre, que tiene una carnicería.

«Como en Euskadi no hay Universidad», estudia Filosofía y Letras dos años, por libre, examinándose en Zaragoza, y se traslada a hacer la especialidad, Románicas, a Madrid, adonde llega el curso 64-65, año de la caída del SEU y de los expedientes a Aranguren, Tierno y García Calvo. Participa en las movilizaciones estudiantiles contra estos expedientes y se compromete con la FUDE. Tras una multa y un expediente con más de cien personas por un encierro en Económicas, que le supone la pérdida de la beca, aunque le será sobreseído, tiene otro expediente, esta vez definitivo, que le supone la expulsión de la Universidad de Madrid y la prohibición de que el traslado sea a la de Barcelona. Está en tercero de Románicas.

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Para entonces, Amparo Pineda ha entrado a formar parte de unos comités de las nacionalidades que suponen el primer trabajo organizado de coordinación de quienes tienen un concepto distinto de la unidad de los hombres y las tierras de España.

En el primer trimestre del curso 66-67, «el del referéndum de Franco, en el que, por supuesto, no voté», se traslada a Salamanca y después a Oviedo, donde termina la carrera por libre.

Lo que ella llama «el conflicto más serio que pude tener» sucede en el verano del 68, cuando se establece el estado de excepción en Guipúzcoa, tras la muerte del célebre comisario Manzanas. Amparo es detenida en Burgos, junto a otras personas, y trasladada a Guipúzcoa, donde pueden estar más días en manos de la policía. Nunca les explicaron nada, aunque les acusan de querer volar la catedral de Burgos y de intentar asesinar al capitán de la VI Región Militar. Pasan por los calabozos del Gobierno Civil de San Sebastián, por la cárcel de Martutene y trasladan los expedientes al Tribunal de Orden Público, en Madrid. De esos expedientes nunca llega a saberse, «quizá porque como el traslado a Guipúzcoa fue ilegal ... ».

A partir de entonces se inicia su vida clandestina, «la normal de cualquier militante revolucionario bajo el franquismo», hasta hace dos años, en que sale a la luz, «en plena época de tolerancia peligrosa», y es detenida cuando la Marcha de la Llibertat.

Después de terminar la carrera da clases durante dos años en Madrid, en una filial de instituto, lleva a, cabo varios trabajos de investigación sociológica y hace traducciones del inglés, del francés y del italiano.

Actualmente, desde hace dos años, está liberada como cuadro permanente del Movimiento Comunista, aunque colabora en la revista Vindicación y en algunos periódicos de Barcelona.

Amparo Pineda: Lo de las lenguas me vino un poco dado Pertenezco a una familia bilingüe en la que los seis hermanos hablábamos euskera, aunque utilizábamos, en general, el castellano porque mi padre no terminó de aprender vasco. El catalán me vino por la familia de mi padre y porque coincidí con gente catalana en Madrid. Me gustaban las lenguas y tengo facilidad y una cierta deformación profesional hacia ellas. Aprender gallego fue totalmente voluntario, cuando conocí gallegos en los comités de las nacionalidades, en Madrid. El italiano lo aprendí a partir de la carrera, el francés por vecindad y el inglés durante el Bachillerato, por capricho de la familia. Ahora pienso en catalán, porque en esta lengua transcurren mi vida y actividades en Barcelona.

EL PAIS: ¿Hablar las cuatro lenguas del Estado es, actualmente, una opción política?

A. P.: Por supuesto. La aproximación que permite me ha supuesto un factor de primer orden, sobre todo en estos últimos años, con el resurgimiento del sentimiento nacional y regional. Querer aprender las lenguas del Estado tiene una clara connotación política. Antes era un medio lujo o algo para gente iniciada. Ahora, con estos pequeños engendros preautonómicos que están intentando plantear, la importancia es mucho mayor. Si llegáramos a una solución federal, la utilización de las cuatro lenguas en los organismos federales sería obligada.

EL PAIS: El aprendizaje de la propia lengua, y no digamos la educación bilingüe, no ha sido, precisamente, una cuestión fácil.

A. P.: Por eso hay que mirar las ikastolas en Euskadi como la experiencia más significativa y valiosa, tanto pedagógicamente como por lo que respecta a la recuperación del idioma. Los sacrificios han sido muchos, más costosos en Euskadi, porque la represión de la Administración franquista allí fue brutal. No hay más que hacer referencia a la persecución de las andereño, las maestras vascas. Pero en 1960 había sesenta. alumnos, entre todas las ikastolas. Para 1976, la cifra ascendía a 35.000. Actualmente hay ikastolas en las siete provincias vascas: 37 en Vizcaya, 69 en Guipúzcoa, trece en Alava, otras trece en Navarra y seis en Euskadi norte. En Cataluña el problema es diferente. La lengua también padeció persecución, pero allí había una burguesía liberal que jugó un papel importante en las inversiones en el terreno de la cultura y el campo editorial. No es el caso de la burguesía de Galicia -no gallega-, que ha sido rima hermana del centralismo. E1 catalán jamás perdió terreno como lengua de cultura, gracias a la labor de sus intelectuales y profesionales. Por eso los catalanes contestaron tan fulmi.. nantemente al patinazo de Suárez en Paris Match, cuando dijo que el catalán no era. una lengua científica. A la hora de plantearse una salida democrática a la cuestión de la lengua, en Euskadi, Galicia y el País Valenciano sólo sería posible la cooficialidad, mientras que en Cataluña habría que establecer la oficialidad del catalán, con una cooficialidad transitoria en las zonas industriales de Barcelona, donde hay muchos gallegos y castellanoparlanites, para garantizar los derechos de los nuevos catalanes. En Cataluña se ha originado recientemente un movimiento reivindicativo huelguístico en la Educación General Básica, porque se limitó el nombramiento de profesores y afectó, coincidentemente, a los de catalán. El Gobierno Suárez no quiere contemplar el problema de las lenguas, tema que remite a la Constitución. Yasí, se da la irregu laridad de que, llegándose a situaciones más o menos avanzadas en el terreno autonómico, no se estudia el planteamiento lingüístico.

EL PAIS: ¿Cómo habría que iniciar un proceso de educación bilingüe?

A. P.: Los niños han de ser educados en su lengua y, al tiempo, conocer la de la comunidad en que se integran. Nosotros defendemos que en Cataluña, junto a la oficialidad del catalán, se mantenga la posibilidad real de que los escolares que no lo tengan como lengua materna aprendan en la suya y estudien el catalán como segunda lengua, de forma que cuando lleguen a los cursos superiores de EGB pueda educárseles en catalán. No darles éste a los niños castellano o gallegoparlantes que viven en Cataluña es una forma de limitar sus derechos democráticos y perpetuar la marginación,que se da con todos los sectores emigrados, a los que la Administración no les ha ofrecido la posibilidad de integrarse. En Euskadi la situación es parIticular. El Movimiento Comunista plantea allí la normalización del euskera, tanto como lengua una de las que más dificultades ha tenido para subsistir, entre otras razones por su dificultad- como en la normalizaciónde su uso. A la hora de plantear una política lingüística en el País Vasco tendríamos que tener en cuenta las tres zonas que existen: en la vascoparlante, la enseñanza debe darse en euskera, conten- plando la transitoriedad y teníendo el castellano como segunda lengua; en la zona mixta, la educa,:ión ha de hacerse en euskera para, los vascoparlantes y en castellano para los otros, alternando la segunda lengua; por último, en las áreas castellanoparlantes la enseñanza ha de ser en castellano, teniendo el euskera como asignatura, con una cierta intensidad. Es la única forma de que el vascuence pueda convertirse en una lengua de relación. Ahora bien, no pensamos que haya que practicar una política lingüística coercitiva, sino, eso si preocupada por el euskera y sus zonas de acceso. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, en la Ribera navarra no se habla vasco desde el siglo XV, y esto a nivel de vestigios. Por otra parte, en el caso de Euskadi el factor de resistencia nacional ha hecho desarrollarse la lengua. Y en la pervivencia del euskera actuará, sin duda, un factor extra lingü ístico, como es la conciencia nacional. Es Los criterios extralingüísticos influirán en el desarrollo de todas las lenguas peninsulares. No hay más que ver lo que está ocurriendo con el bable y, en menor medida, con la fabla aragonesa. En la recuperación de la memoria colectiva que el fascismo nos hizo perder las lenguas juegan un gran papel y son un indiscutible patrimonio cultural.

EL PAIS: ¿El criterio de Amparo Pineda como filóloga y lingüista coincide Con la visión que da su. partido sobre la enseñanza bilingüe?

A. P.: Creo que sí. Cualquier movimiento pedagógico de hoy plantea que la enseñanza ha de ser en lengua materna para que el niño no se encuentre con problemas de disglosia, como sucede en Galicia, donde la lengua gallega tiene una consideración social ínfima. El 80% de la población es gallegoparlante, lo cual no quiere decir, en absoluto, que sepa escribir su idioma.

EL PAIS: ¿Cómo podría hacerse viable el bilingüismo en la Universidad? ¿No supondría unos costes muy elevados el tener que duplicar aulas y profesores?

A. P.: La enseña nza superior ha de darse en la lengua oficial de cada una de las zonas. En Cataluña, evidentemente, es posible, y de hecho se hace ya. En Galicia se imparte en gallego una buena parte de la enseñanza superior, pero, curiosamente, la gente coge los apuntes en castellano, porque no sabe escribir su lengua. En Euskadi, lo primero es conseguir una Universidad y un distrito vasco. Al ser una situación particular, creo que pasará un tiempo hasta que la enseñanza superior pueda darse en euskera. Habría que contemplar la cooficialidad. En Cataluña y Galicia las dificultades serán menores. En Galicia, donde no hay emigración, el problema fundamental es el ca mino que lleve a la normalización del gallego. En cualquier caso, no es casual la negativa del Gobierno

Suárez a tratar el tema de las len guas en las negociaciones preautonómicas. Remitir el tema a la Constitución es posponerlo. Y habría que tomar medidas desde ahora, pues la preparación de profesores bilingües, planes de en señanza, etcétera, exige claras inversiones. reciclaje de profesorado y muchas cosas más. Y, mientras, siguen dándose casos de traslados de maestros de Euskadi a Canarias, por ejemplo, en un claro caso de política opresiva.

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