Los "hombres de Harrelson" alemanes, un equipo listo para disparar
Por primera vez desde la dictadura nazi, una formación militar alemana ha operado fuera de sus fronteras. La intervención del «comando salvador», como le califica la prensa, supuso el final de una pesadilla de 120 horas para los pasajeros del avión alemán secuestrado en vuelo desde Palma de Mallorca. Al margen de este logro del comando especial de la policía militar de fronteras «GSG9» desde una perspectiva política se ha establecido un precedente. La entrada en fuego de esta unidad fuera de Alemania hubiera sido inimaginable hace dos años, cuando el subsecretario socialdemócrata, Von Schoeler, dijo que la lucha contra el terrorismo en los términos planteados por la Democracia Cristiana «es el criterio clásico de los partidos más reaccionarios del mundo. Detrás de estas medidas -añadía el subsecretario tachado hoy de «simpatizante con el terrorismo» por parte de los cristianodemócratas- habría un estado que no será el nuestro».En vísperas ya de la discusión sobre una ley de policía única para toda la República, con lo que habrá terminado el criterio federal a efectos policiales, los «GSG9» (siglas de «Grupo de Protección de Fronteras», con destino especial en la línea de demarcación entre las dos alemanias), han marcado la pauta de la efectividad al servicio del criterio unitario de las fuerzas represivas.
Los «hombres de Harrelson», de la policía alemana han dejado en segundo plano, de la noche a la mañana, literalmente a otras formaciones parecidas con carácter regional: los MEK (comandos móviles) y SEK (comandos especiales de ataque), que existen en algunos «Laender». Su primera intervención, después de cinco anos de entrenamientos en su cuartel -general en San Agustín cerca de Bonn, les ha valido el titular de «mejor tropa de élite en la lucha contra el terrorismo», otorgado por el general Zvi Bar, jefe de la policía de fronteras de Israel «Los muchachos han entrado al fin en combate -ha comentado un veterano oficial de la policía alemana- y, se les ha dado buena nota: sobresaliente.»
En 1972, poco después de la masacre de la ciudad olímpica muniquesa, el Gobierno tuvo la idea de crear una unidad especial, cuyos integrantes estuviesen perfectamente entrenados para la lucha contra cualquier brote de terrorismo. Los infomes no coinciden sobre el presupuesto destinado a la creación de este cuerpo de policía militar especial. Unos informes citan la cifra de cuatro millones y medio, conseguidos a toda prisa por el ministro del Interior de entonces, y hoy titular de Asuntos Exteriores Genscher. Según otra información el presupuesto inicial sería de 1,2 millones de marcos. El fondo inicial se entregó a UIrich Wegener, ahora de 46 años, antiguo oficial de enlace entre la policía de fronteras y el ministro Genscher. Este debería seleccionar un grupo de hombres jóvenes, con un promedio de veinticinco años de edad, para convertirlos en la mejor unidad de combate »del mundo. Para ello contarían con los mejores elementos: Mercedes 280 sc, vehiculos blindados de todo tipo, las mejores armas, sistemas de comunicación perfectos, pesadas motocicletas, helicópteros, carros de combate. Cada uno disponía de un Mauser 66 de precisión, por un precio de 3.000 marcos unidad. Junto a estos efectivos, el «GSG9» debía ser algo más que «un policía que apretase rápidamente el gatillo». Este «permiso especial para matar» tendría que supeditarse a un duro entrenamiento sicológico orientado a un absoluto autodominio dél policía especial. La rapidez y la determinación deberían ser las principales armas, antes de recurrir a las de fuego, según su jefe. La preparación de esta unidad se distribuye así. por horas mensuales: prácticas de tiro (210 horas), kárate (140), práctica policial (190), ejercicios sicológicos (a veces durante días enteros). formación básica general (veintidós semanas durante el período de instrucción).
Ejercicios de precisión
Un «GSG9» dispuesto ya a entrar en combate debe lograr, entre otros requisitos, el de descolgarse en dieciocho segundos por una amarra desde un helicóptero situado a cuarenta metros de altura, abrir un estuche, extraer un fusil ametrallador y hacer fuego. Todo ello, sin perder la calma. En tres horas los «GSG9» deben poder llegar a cualquier punto de la RFA en que se produzca un hecho que requiera su intervención. En Mogadiscio bastaron tres segundos para la apertura violenta de las puertas del avión y otros 120 para dominar a los secuestradores. La norma básica de esta formación, aprendida de las guerrillas urbanas americanas, es la compenetración de los integrantes de un comando en el que formen, como mucho, siete hombres. Las intervenciones del ejército holandes contra los moluquenos y la operación relámpago del ejército israeli en el aeropuerto de Entebbe también aportaron a los «GSG9» una valiosa experiencia.Tras la intervención de esta unidad en Mogadiscio, el presidente del sindicato de policía, Schirrmacher, manifestó que «los funcionarios de la policía alemana deben reconocimiento a estos muchachos». Sin embargo, no todos comparten su entusiasmo por esta «arma secreta» ansiosa de entrar en combate, según su jefe. Los «GSG9» han tomado ya parte secretamente durante el campeonato del mundo de fútbol, especialmente en Hessen y Baviera, en operaciones de búsqueda de explosivos en viviendas de supuestos extreinistas. Durante lit última visita del presidente Tito a la RFA y como escolta secreta d e grandes transportes de dinero del banco federal.
En 1974 se filtró la posibilidad de emplear a estos «borriberos de la seguridad interior», como también se les empieza a llamar, en la busca y captura de supuestos terroristas. Pero se abandonó la idea momentaneamente cuando ya estaba a punto de abandonar el acuartelamiento el primer comando. Aquello desanimó al jefe de la formación, Wegener, que presentó la dimisión por «inoperancia». Días antes de la operación de Mogadiscio habrían realizado sus hombres ejercicios intensos y secretos para la ocupación de un avión con características idénticas al de Lufthansa secuestrado. El nivel de secreto era tal que ni siquiera el diector de policía del Ministerio del Interior de Bonn, Kassmann, sospechó que fuese a darse un golpe de mano como el que terminó en exito.
Sólo saben disparar
¿Qué puede significar en el futuro una tropa especial, perfectamente entrenada, dotada de los mejores medios, si el ministro del Interior correspondiente al que están directamente supeditados los «GSG9» opta por destinar a estos «legionarios» a objetivos no vinculados necesariamente con el terrorismo? «El futuro nos lo dirá», comenta el periódico liberal Frankfurter Rundschau.El ministro del Interior de Renania-Palatinado tiene una idea poco positiva de estos muchachos inquietos, que estuvieron a punto de abandonar durante los ultimos cinco años porque no acababan nunca por entrar en combate. Según el ministro, los «GSG9» «no saben hacer otra cosa que disparar». Desde el punto de vista político, su entrada en escena ha significado «la victoria de la solidaridad internacional -entendida a la alemana- sobre un federalismo alemán de pocos quilates», -según un experto del Ministerio del Interior de Bonn. El fenómeno centralista tiene ahora en la RFA un nombre concreto: «Un grupo para la protección de fronteras.» El peligro periférico ha dado paso a otro objetivo de gran alcance.
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