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El balonmano, otro deporte que pide reestructuración

El balonmano es otro de los deportes seudoamateurs que cada día con más evidencia pide una reestructuración en profundidad. La división de honor se ha convertido en una lucha desigual entre unos pocos equipos que se pueden permitir el pagar a unos jugadores teóricamente amateurs y otros que luchan por terminar cada temporada la Liga sin mayores problemas ni excesos de presupuesto.

Al igual que en la mayoría de deportes minoritarios, prácticamente todos, a excepción del fútbol, la crisis económica se evidencia con mayor fuerza, y si antes los déficits se miraban con un cierto optimismo, dado que alguna firma comercial podía en último caso salvar la situación, el retraimiento de éstas ante la debilidad económica general ha vuelto muy conservadores, realistamente conservadores, a los clubs que cada día gastan más en viajes y a duras penas pueden con el presupuesto mínimo.Los equipos de la División de Honor necesitan un mínimo de dos millones de pesetas para viajes y material, y en esta cantidad por supuesto que no entra ningún tipo de premio económico para los jugadores. A partir de esta cifra el resto de dinero que la sobrepasa es el que señala el grado de profesionalismo de cada equipo.

Solamente San Antonio, de Pamplona, y Covadonga, de Gijón, son los equipos que cumplen a rajatabla las leyes del amateurismo. Ni una sola peseta ven sus jugadores en compensación a las horas que dedican al equipo. Este estricto cumplimiento del amateurismo les lleva a hacer equilibrios, increíbles cada temporada a fin de lograr ese, mínimo que les permita viajar y disputar el campeonato. Junto a este problema, los clubs se ven acuciados también por el deportivo, ya que si alguno de sus jugadores destaca lo suficiente como para llamar la atención de los más grandes el club pierde automáticamente al jugador, ya que es lógico que un jugador quiera ganar más dinero, y lo tendrá si ficha por uno de estos equipos. Evidentemente, el débil continuará siempre débil y sin posibilidad de cambiar.

Este estado de cosas ha influido Para que gran parte de los clubs que forman la División de Honor se pronuncien a favor de una Liga más ajustada a la realidad nacional del balonmano. Sería la planificación de un campeonato regional o provincial, que clasificase a uno o dos equipos para disputar una fase final por el sistema de concentración en una ciudad y durante unos días.

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La cuestión en sí no es ajena a los máximos rectores de nuestro deporte, que ya han sugerido esta fórmula que evitaría grandes gastos a los clubs modestos. Queda ahora solucionar el futuro del balonmano de élite que se nutre, evidentemente, en estos equipos millonarios de los que sale el equipo nacional. Es lógico pensar que Calpisa prefiera ver su nombre todos los domingos en los medios informativos, cosa que no sucedería con la misma fuerza si sé tratase de ligas regionales.

El panorama en la División de Honor de la presente temporada se resume en tres equipos que optan al título, entre los que el Calpisa, con sus dieciocho millones aproximados de presupuesto, es el máximo favorito para el título. Sus únicos rivales deportivos son el Barcelona, con un presupuesto de unos ocho millones y medio, y el Atlético de Madrid, con parecido presupuesto.

Un segundo grupo lo formarían el Marcol, Granollers, Arrate, Seat y Bidasoa. El Marcol es uno de los equipos que este año ha renunciado totalmente a la disputa por un dificilísimo título. Al igual que el Granollers, ha vuelto su mirada a la cantera y ha reducido presupuesto y miras deportivas, si bien estas últimas se decidieron al no clasificarse para disputar la Recopa europea. Su presupuesto de la anterior campaña se cifra en unos ocho millones, y a falta de aprobar el de la nueva temporada, se espera una reducción.

El Granollers, diezmado

Quien sí ha reducido gastos de una forma drástica ha sido el Granollers. Se calcula en unos cinco millones los que tendrá el equipo vallesano en la actual temporada, casi dos millones y medio menos que en la anterior. Por lo pronto, se ha desprendido de siete hombres, algunos de ellos totalmente claves, como Sagarribay, Pagoaga y Gómez, que han pasado al Barcelona, Atlético y Calpisa, respectivamente, y ha incorporado a diez hombres de la cantera. Sus compensaciones económicas también han bajado, y sólo las mantiene, por evidente compromiso, a tres jugadores.

Arrate, Seat y Bidasoa se mantienen en la barrera de los cinco. millones de presupuesto aproximadamente, si bien parece que el de Seat es algo inferior a los otros dos. Las miras deportivas de estos equipos se centran en un mantenerse en los lugares cómodos de la tabla, sin problemas de descensos ni fiebres de superar barreras imposibles. Otro tercer grupo lo formarían equipos como Anaitasuna, Covadonga, San Antonio y el recién ascendido Canteras. Sus presupuestos oscilan entre los dos y los tres millones, el mínimo necesario para afrontar los gastos de desplazamiento. Covadonga y San Antonio son los únicos que no dan absolutamente ningún dinero a sus jugadores, mientras que Anaitasuna da una cantidad mínima a sus jugadores en concepto de ayuda por los desplazamientos y horas de entrenamiento.

El recién ascendido Canteras parece incluido también en éste último grupo, aunque tal vez con más desahogo económico debido al apoyo de una marca comercial de pieles.

Retraimiento presupuestario, falta de apoyo por parte de marcas, comerciales, una vuelta al cuidado de la cantera y una petición de reestructuración de la Liga son, pues, las notas características de esta nueva temporada, bien calificada como la de la crisis.

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