"El Pipo" pretende volver a inventar la pólvora

El Pipo se ha sacado de la manga, un invento que ya está inventado. Lo inventó él mismo y era El Cordobés. Ahora, con cierto bombo y cierto platillo, pretende que.un tal Parrita Gitano, nacido en Portugal, reviva en los ruedos a El Cordobés. Pero Parrita Gitano, está claro, no es El Cordobés. Ni el público de hoy aquel tan triunfalista de la época del desarrollo y del franquismo, con el cual fue posible lo que era inimaginable: que el toreo bufo (y, además, sin gracia) alcanzara y aun rebasara la gloria del toreo eterno.Así que El Pipo, inefable Cristóbal Colón de la tauromaquia, ha pretendido inventar la pólvora cuando es de dominio común que la pólvora ya está inventada. Y para colmo, la nueva-vieja pólvora de su descubrimiento está mojada. Parrita Gitano parece que más o menos sabe torear... bastante mal. Intercala carreras de costado, gestos como de quererse comer el mundo y toda aquella gama de la zafiedad que caracterizó a El Cordobés. Y de valor, además, anda justito. Finalmente, con la espada, no se sabe quién es peor: si el imitador o el imitado. A la afición de Salamanca no le ha gustado ni pizca este invento, y aún menos el ganado que con tanto mimo traía preparado para su presentación: un ejemplar cojo y esmirriado y otro que no embestía y parecía drogado.

También parecía drogado el segundo de la tarde, que era un marmolillo. La novillada de Bernardi no Piriz ha sido de muy poca casta y, por lo demás, manejable. Hubo uos ejemplares con cuajo, cuarto y quinto, y uno pequeñín -el primero-, pero con fortaleza suficiente como para soportar tres varas.

Así, pues, una novillada de tantas, en conjunto, para prueba de novilleros que quieren llegar lejos en su profesión. Y esa prueba la ha pasado muy bien El Salamanca, a quien hemos visto ejecutar naturales y derechazos, cargando la suerte, de excelente corte. Luis Reina, muy bien colocado en todos los tercios y en todos, los toros, ha hecho lo mejor con el capote. Ejecutó algunas verónicas con empaque, en las que ganaba terreno, y con la muleta también instrumentó, al quinto, una tanda de buenos derechazos.

Pero la plaza de Salamanca (Salamanca, tierra de toros, ya se sabe) ,ha sido una desilusión, quizá por culpa de la presidencia, que no da la talla. Por sus inhibiciones (no devolvió los novillos protestados al corral, se olvida de los avisos, etcétera) careció de seriedad, Gitanos y Pipos aparte, claro, los cuales, ipobrecillos!, andan desorientados creyendo que aún estamos en la década triunfalista de los sesenta.