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Motociclismo

Barry Sheene, un auténtico fenomeno

El británico Barry Sheene ha conseguido este año su segundo título mundial. Frente al elevado número de campeonatos del mundo logrados por otros pilotos, la cifra de Sheene podría parecer un tanto exígua. Sin embargo, Barry Sheene es, probablemente, el mejor pilotoque actualmente pisa un circuito de carreras de motos.¿Cómo es posible esto? La explicacion no está, como podría parecer a primera vista, en que el británico lleva poco tiempo dedicado a la competición, pues, pese a contar sólo con veintisiete años de edad, la experiencia de Sheene es muy grande, ya que empezó a correr antes, incluso, de cumplir los dieciocho. Y, antes de ello, siempre vivió rodeado de máquinas de competición, al ser su padre un frustrado piloto de carreras, y, más tarde, un gran mecánico.

¿Cuál es entonces la razón? Sin lugar a dudas, el amor al dinero del británico. Habiendo debutado con gran éxito en el Continental Circus -nombre que los aficionados dan al Campeonato del Mundo de Velocidad-, el jovencísimo Sheene optaba por abandonar el Viejo Continente, donde se celebraban todas las carreras del mundial, para irse a buscar fama y dinero a Estados Unidos. Allí, la pasión por la competición en moto es enorme, por lo que los organizadores conscientes de los elevados ingresos que les proporcionan los espectadores pueden dar fuertes sumas de dinero -en dólares- a los pilotos como primas de salida, al mismo tiempo que aumentan el montante de los premios en metálico a los vencedores.

Barry Sheene, aconsejado por su padre, iniciaba entonces un éxodo a Estados Unidos que aumentaría enormemente su popularidad, su cotización y su cuenta corriente bancaria en sólo unos años de actividad. Cuando ya había exprimido totalmente aquel mercado, y tras haber sufrido un gravísimo accidente, en Daytona, cuando rodaba a más de 240 km/h, que (con su habitual sentido del humor, le haría exclamar que no es que se hubiera roto muchos huesos, sino que se había roto el cuerpo), decidía, hace sólo un par de años, volver a los circuitos que le vieron comenzar, y que, por otra parte, pagarían lo que fuera por volver a hacerlo.

Sus antiguos rivales, así como muchos otros que habían surgido en el tiempo en que el británico estuvo ausente, aguardaban, con sus mecánicas a punto, el retorno del simpático Sheene, tratando de contrastar si la fama conseguida por el joven piloto estaba cimentada sobre unas condiciones técnicas reales, o si, por el contrario, era fruto de la programación publicitaria, tan clásica del país norteamencano. Por otra parte, el público, que no había olvidado las grandes actuaciones que había tenido Barry cuando era casi un niño -había logrado un subcampeonato del mundo, en 125 c.c., decidiéndose el título en la última carrera, justamente a favor del entonces su máximo rival, Angel Nieto, cuando sólo tenía veintiún años-, también esperaba impaciente este duelo entre Sheene y el resto de los pilotos.

Nadie saldría defraudado de los enfrentamientos. Con una técnica hasta entonces casi desconocida en Europa, mezcla de lo que había aprendido de los finlandeses y de sus contactos con los pilotos americanos, siempre tan exhibicionistas, y con un valor a la altura de sus condiciones, Sheene dominaba de tal manera a sus rivales, que nadie pudo poner en duda que el británico era un auténtico fuera de serie. Quizá, el mejor piloto actual.

Así, pese a que su afición por la juerga y por las mujeres hacía que, en muchas ocasiones, Sheene llegase a las siete de la mañana al circuito, después de haber pasado una noche en blanco, dedicado a la pruca actividad que le gusta tanto como las motos, el británico vencía una y otra vez, con tal autoridad, que sólo su desbordante simpatía natural impedía que sus rivales tomasen como humillación tan apabullantes victorias. Y, de esta forma, su primer título en la categoría reina, la de 500 c.c., le llegaba como consecuencia lógica de su dominio en la anterior temporada.

Este año, y siempre sobre su potente Suzuki, que él sabe manejar como nadie -ayudado -por la experiencia y los conocimientos de su padre, que siempre le sigue como fiel mecánico-, Barry Sheene ha vuelto a coronarse como campeón del mundo. Su domín lo no ha sido más que una repetición de lo que ocurrió la pasada temporada, aun que en esta ocasión, y con el fin de hacer las carreras más entretenidas, el británico optaba por salir en último lugar, cuando todos sus rivales se habían marchado ya -alegando, para no ofender al resto de los pilotos, que sus piernas no tenían la fuerza suficiente como para arrandar la moto rápidamente-, para ir remontando más tarde posiciones, hasta llegar al primer lugar.

Y, pese a que sus rivales eran pilotos de la talla de Agostini, Baker, Cecotto, etcétera, Barry Sheene ha contado prácticamente sus actuaciones por triunfos. De ahí que el título mundial no sea sino un resultado lógico de su dominio.

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